Todo tiene su tiempo

todo tiene su tiempo

Existen diversos tipos de problemas en la vida de una sola persona. Podemos asegurar que nadie ha pasado por las mismas experiencias que otro. De igual manera existen muchas formas de solucionar el mismo problema. No obstante, hay un problema común en todas las etapas de la vida, referida a la percepción del factor tiempo. 

“El tiempo no me alcanza”o “el día de hoy pasó muy rápido”, son expresiones de queja a la medida por la cual todos envejecemos, y al transcurso normal de un día con sus veinticuatro horas. Definir el tiempo es muy complejo, ya lo dijo Agustín de Hipona: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.”

Sin un concepto fijo, más una incertidumbre del futuro, sin poder volver al pasado sólo queda el presente. Al decir que todo tiene su tiempo, estamos delimitando cada suceso bajo el patrón regular y universal para medirlo, este es el segundo.

Cada segundo es un regalo. Tenemos la libertad de elegir qué hacer en cada momento, repercutiendo nuestros principios, conceptos, tradiciones, toda nuestra cosmovisión hasta el momento. Sin embargo, al tener un tiempo para todo pareciera que nada se nos escaparía de las manos, aunque no es así. Hay tiempo para todo, es una oración muy cierta, hay tiempo para reír, llorar, correr, saltar, gritar, amar ¿Será esto lo profesado en la Biblia? 

¿Hablamos de un tiempo encerrado en nuestro ciclo de vida o en la existencia de Dios como hacedor del tiempo otorgado?

Eclesiastés 3:1 

En múltiples versiones no hay una diferencia radical entre las palabras traducidas como “tiempo” en el versículo. La versión de la RV95 nos ayuda a comprender la idea concreta del autor de Eclesiastés o el Predicador: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” La primera palabra tiene una diferencia marcada con la segunda, por supuesto, no es lo mismo decir que algo tiene su tiempo en contraposición de la hora de comienzo.

Para marcar una diferencia visible, en la Biblia de los Setenta (XXL) los traductores del hebreo al griego diferenciaron con las siguientes palabras: para la primera usaron kronos (tiempo), para la segunda kairos (tiempo), no obstante tiene una diferencia rotunda en su semántica. 

Kronos conlleva a un tiempo específico, determinado para su cumplimiento, por esta razón se traduce como: “Todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo”. Al cambio kairos, quiere decir , bajo este contexto, un lapso o punto del tiempo en sí.

Podemos observar esta diferencia con una pronunciación cotidiana:

– Juan, ¿cuándo te vas para la universidad? 

– Hermano, me voy la semana que viene (kronos), el martes en la mañana (kairos) 

La semana delimita el periodo de tiempo para hacer la acción. El martes en la mañana marca el momento o punto para realizarla. 

Es importante tener esto en cuenta por una razón no tan aparente, pero sí profunda para nuestra propia administración del tiempo. Podemos tener cada minuto o segundo contado, cada evento preparado para comenzar, pero solo Dios tiene el dominio para fijar con seguridad cada suceso. 

Dos perspectivas 

Cada momento tiene un tiempo fijado, no cabe duda. El plazo temporal se debe a muchos factores, empezando por nuestro propio rendimiento. Sin embargo, ¿el tiempo lo fija Dios o somos nosotros los causantes del mismo? Puede parecer una pregunta compleja y difícil de explicar, pero a la verdad la Biblia sigue mostrando como el plan de Dios es perfecto para sus hijos. 

Algunos teólogos presumen que la existencia de Dios delimita para su beneficio todo el tiempo. Al ser un Ser omnisapiente (todo lo sabe), no hace falta ponernos límites en nuestros tiempos, con tal, todo llegará porque así Dios lo afirma. Aunque parece muy lógica y en armonía con el título de este artículo, existen ciertas críticas al pensar de esta forma.

El tiempo lo medimos por un reloj, que a su vez está limitado por el proceso de rotación y traslación de la tierra, estos procesos nos afectan a nosotros, pero a Dios no. Siendo Eterno no necesita estar en consonancia con el tiempo nuestro, mejor dicho, controla nuestra forma de medir el tiempo. Entonces, ¿cómo podemos entender a un Ser tan inmenso que nos dice “todo tiene su tiempo”?

No hay más, para Dios todo el tiempo es suyo, para nosotros no. Tenemos que nacer y morir, plantar y arrancar, matar y curar (Ecle. 3:2). Nos debemos a su Soberanía, todo en cuanto sucede pasa por sus pensamientos. Para el ser humano el segundo tiene una definición muy exuberante: “La duración de 9192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0 K°” (significado del Sistema de Métricas Internacional) sumamente complejo, hasta descabellado para muchos. 

Ahora, imaginemos un segundo para Dios. En el cual mueren miles de personas, otras nacen. Millones y millones de sentimientos a la vez, sucesos alegres, otros trágicos. Un total caos por la falta de armonía a los principios divinos. Aún los hechos naturales más insignificantes como la caída de una hoja tiene su relevancia ante los ojos del Todopoderoso. Nos podemos volver a preguntar: ¿cómo entender cada cosa en su tiempo? 

La otra perspectiva ve a los seres humanos como dueños de su propio tiempo, parece muy acertado, hasta que nos fijamos en el valor del mismo. Por grandes épocas se han dado y buscado respuestas a las paradojas temporales. Una de ellas, la más conocida es si existe el tiempo. Su premisa es la siguiente.

Si el pasado fue, ya no es. Si el futuro será, ya no está. Solo nos queda el presente, ¿cuánto dura el presente? Imposible determinar cuánto dura el presente. Se toma el presente como la frontera entre el pasado y el futuro. 

No parece tan complicado. Solo es un pensamiento de la corriente humana para entender el tiempo. Para encajar todas las piezas y ver con certeza lo que la Biblia dice, es bueno conocer como es muy probable que nosotros estemos percibiendo el tiempo. Con estas dos columnas del pensar, pongamos como base la Biblia sola.

Mi tiempo, el tiempo de Dios

Hay tiempo para todo lo que demanda una vida, esto alude el Predicador de Eclesiastés. A nadie le falta tiempo, solo lo utiliza de manera que nada sea suficiente, faltando el sano equilibrio dirigido por Dios. Ecle 3:2-8 utiliza a karios para hacer referencia al tiempo. Mostrando la gran demostración de un sabio observador, aludiendo a entender que hay tiempo para todas las cosas, porque son dadas en un momento específico en el kronos.

En el salmo 31:15 proclamó el salmista, “En tu mano están mis tiempos” reflejando los momentos de la vida en las palmas del gran Creador. No es para menos, dar cada momento de la línea temporal en el Hacedor del kronos (el tiempo en su totalidad) es la decisión más sabia que se puede tomar. Cuando cada momento decisivo, llevando detrás de sí una decisión única, es tomada en un kairos en el cronos de Dios, empezamos a entender como todo suceso tiene su tiempo marcado por Dios y su lugar en nuestro tiempo. 

Efesios 5:16 nos descubre la importancia de entender bien cómo aprovechar el tiempo, entendiendo la importancia de saber administrarlo para agradar a Dios. Si vivimos con la seguridad de estar delante de Dios cada día tomaremos el consejo de Colosenses 4:5, sirviendo prestamente sin falta a nuestros amigos, familiares, prójimos, a todos. Muchas veces utilizamos el tiempo para entrampar o engañar a otro, como el caso de los sabios en Babilonia (Daniel 2:8), al creernos dueños de todo lamentablemente nos chocamos con una realidad del mismo universo, al final, no controlamos nada. Solo nuestras propias voluntades.

El tiempo es parte de la gracia divina, nos es dado como mayordomos del Señor para tomar buenas o malas acciones, vivir plenamente o dañando a otros y a nosotros mismos, como sabios o como necios. Tal cual como marca la Escritura en el pasaje. Tenemos tiempo para ser grandes siervos de Dios o aliados acérrimos del Enemigo. Dios permite el kairos por nuestro libre albedrío, sin embargo eso no disminuye su dominio del cronos.

Por último el salmo 90:12 expresa una súplica por conocer los días, por entender cómo actuar en cada punto del tiempo bajo la dirección de Dios. Todo tiene su tiempo si tomamos por sentado la benevolencia del Gran Yo Soy. Sino, nuestro tiempo será esfumado, porque polvo somos y si polvo somos, allí volveremos. Este no debería ser el fin de nadie, más bien ir a descansar debería ser una esperanza constante en poder salir de un kairos corrompido a un cronos eterno para morar con Cristo. 

A nuestros primeros padres, Adán y Eva, se les dieron direcciones concretas para asumir sus responsabilidades. El tiempo no se desperdiciaba, el conocimiento era puro, tornado de una belleza indescriptible, capacidad total para aprender del entorno, una total utopía. Al ya no gozar de tales privilegios, la medida para contar el paso del tiempo ha sufrido por miles de años, las acciones erróneas de los hombres. Hoy podemos tomar el tiempo que nos queda y darle gracias a Dios por vivir para su eterno tiempo, haciendo cada cosa bajo su debida hora.