Isaías: “Consolaos, pueblo mío” – “Consolaos, pueblo mío”

Versículo para memorizar: Isaías 40:9. “Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades
de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!”

En Isaías 40, el profeta nos muestra quién es Dios, cuál es Su poder y cómo se comporta con nosotros. También nos indica cuál debe ser nuestra respuesta al llamado divino: “Da voces … levanta fuertemente tu voz … Levantad en alto vuestros ojos, y mirad” (Isaías 40:6, 9, 26).

CONSUELO PARA EL FUTURO (ISA. 40:1, 2)

“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios” (Isaías 40:1).

Los capítulos 1 al 39 de Isaías tiene que ver, principalmente, con acontecimientos relacionados con la historia de Israel en vida del profeta (y algunas predicciones sobre las naciones que les rodeaban). A partir del capítulo 40, el mensaje se enfoca en el futuro. Un futuro marcado por dos eventos principales: (1) El exilio babilónico y el regreso del remanente; y (2) la venida del Mesías. Ezequías había mostrado su riqueza a los babilonios. Esa riqueza, junto a los habitantes de Jerusalén, sería llevada a Babilonia como castigo por el pecado. Según Isaías 40:1-2, Dios perdonará a su pueblo y lo consolará de todos sus sufrimientos.

PRESENCIA, PALABRA Y OBRAS VIALES (ISA. 40:3-8)

“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Isaías 40:3).

¿Cómo consolará Dios a su pueblo? Dos “voces” nos lo explican:

• Isaías 40:3-5. Preparando el camino para que la presencia de Dios pueda manifestarse plenamente en nuestra vida.
• Isaías 40:6-8. A través de la Palabra de Dios, que “permanece para siempre”.

Después del exilio, el pueblo de Dios recuperó lo que había rechazado: la presencia de Dios y su Palabra. A través de la obra de Juan el Bautista (Lucas 3:2-8) entendemos que nuestra preparación consiste en el arrepentimiento y el alejamiento del pecado, para recibir el consuelo del perdón y la presencia de Dios.

EL NACIMIENTO DE LA EVANGELIZACIÓN (ISA. 40:9-11)

“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!” (Isaías 40:9).

Una vez preparado el camino, la “anunciadora de Sion” debe presentar a Cristo ante el mundo: “¡Ved aquí al Dios vuestro!” El mensaje que debemos anunciar se basa en el maravilloso poder de Dios y su facultad de juzgar y recompensar (v. 10; ver Ap. 14:6-7). Pero el Evangelio que predicamos va más allá. Hemos de anunciar a un Redentor que se preocupa verdaderamente por nosotros. Un Pastor que cuida tiernamente de sus ovejas (v. 11; ver Juan 10:11). Sigamos el ejemplo de aquellos que, como Simeón y Ana, María Magdalena, o los apóstoles, alzaron su voz para proclamar ante el mundo al Salvador: Jesús de Nazaret.

CREADOR MISERICORDIOSO (ISA. 40:12–31)

“pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:31).

La última parte del capítulo 40 nos muestra dos facetas de la naturaleza de Dios:

• Poderoso (v. 12-26). El único digno de adoración.
• Misericordioso (v. 27-31). El que fortalece a aquellos que en Él confían.

En un estilo similar al que Dios usó al dirigirse a Job, Isaías plantea diversas preguntas para magnificar el poder de Dios (v. 12-14). Tras aseverar que nadie puede compararse a Él, nos asegura que, al igual que Dios no se cansa ni fatiga, tampoco lo harán aquellos que confían en Él.

EL PROBLEMA CON LA IDOLATRÍA (ISA. 40:19, 20)

“El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata” (Isaías 40:19).

“¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?” (Isaías 40:18). ¿Podemos adorar a Dios Todopoderoso a través de una imagen? Israel se lo imaginó con forma de becerro (Éxodo 32:4; 1ª de Reyes 13:28). Pero Dios rechazó enfáticamente toda adoración a través de una imagen (Deuteronomio 4:15-16; Éxodo 20:4-5). La Biblia habla claramente de la inutilidad de los ídolos y de los que los adoran (Salmo 115:4-8). A través de una imagen adoramos algo, pero no a Dios. Pero un ídolo no debe tener necesariamente una forma física. “Cualquier cosa que los hombres amen y en la cual confíen, y que sustituya al amor y la confianza completa en el Señor, se convierte en ídolo” (E.G.W. TI5, pg. 231).

Nota de EGW: “Muchos fueron los mensajes de consuelo dados a la iglesia por los profetas antiguos. “Consolaos, consolaos, pueblo mío” (Isaías 40:1), fue la recomendación de Dios transmitida por Isaías, acompañada por visiones admirables que han inspirado esperanza y gozo a los creyentes a través de los siglos que siguieron. Despreciados, perseguidos y abandonados por los hombres, los hijos de Dios en toda época han sido, sin embargo, sostenidos por sus seguras promesas” (Profetas y reyes, pg. 533).