El agradecimiento en la Biblia

el agradecimiento en la biblia

Hace un par de días me sucedió algo sencillo, pero reconfortante. 

Kimberly, una amiga muy apreciada para mí, me comentaba que llevaba semanas sin dormir bien. Las noches se le hacían largas, se sentía angustiada, con mucho miedo, y tenía pesadillas frecuentes.

Aquel día le estaba diciendo que quería orar por ella de manera especial, y me dio a conocer su situación manifestándome que le gustaría que orase por ese motivo. Así que compartí con ella un audio de WhatsApp orando, pidiendo a Jesús que la llenara de su paz, que esa extraña angustia pudiese pasar, y que esa noche descansara plácida y feliz.

Nuevamente me acerqué a Él antes de dormir. De verdad deseaba que respondiera nuestra oración.

A la mañana siguiente esperé algunas horas a ver si Kimberly me enviaba algún mensaje. Cerca de las 11:00 AM decidí escribirle, y mi alegría fue grande después de escuchar el audio que me mandó.

Posterior a nuestra oración y a estudiar un folleto bíblico, la inundó una sensación de seguridad, acompañada de mucho sueño. Se acostó y durmió como llevaba semanas sin hacerlo. No supo nada del mundo hasta llegadas las 6:40 AM. 

Como si fuera poco, a esa hora el Señor la levantó fresquita como una lechuga, sin necesidad de alarma o que sus padres viniesen a llamarla. ¿Te imaginas mi reacción? Feliz, ¡agradecí al Señor!; al igual que ella. 

Esa experiencia me ha mantenido contento y activo con el paso de los días. Y llena mi corazón de todavía más amor por nuestro Padre. Él merece más que toda mi gratitud.

Un pequeño experimento: reflexiona rápidamente en la semana que pasó. 3…2…1… ¡Tiempo! ¿Qué cosas te vinieron a la mente? ¿Estrés, angustias, problemas, rencores, decepciones? ¿O motivos para agradecer, sonreír, buenos momentos, triunfos y bendiciones?

Si tu caso es el segundo, indica que eres una persona que cultiva la gratitud. Por lo tanto, es muy probable que duermas más y mejor, que no tengas necesidad de visitar al médico frecuentemente, que seas más feliz, lidies mejor con las adversidades, tengas mejor relación de pareja y muchos otros beneficios que, según se ha comprobado, son regulares en las personas agradecidas.

¿Todavía lo estás pensando para agradecer? Veamos si la Biblia te convence.

La Biblia está llena de gratitud

¿Me crees? He aquí una pequeña muestra:

“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca” (Salmos 103:1-5).

“Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Este pobre clamó y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él. Pues nada falta a los que le temen; no tendrán falta de ningún bien (Salmos 34:4-10).

“Sostiene Jehová a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a tiempo. Abres tu mano y colmas de bendición a todo ser viviente. Cercano está Jehová a todos los que le invocan, cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. Jehová guarda a los que le aman” (Salmos 145:14-20).

¡Qué textos más hermosos! ¡Qué seguridad! ¡Qué privilegio servir a un Dios como Jehová! Un Dios en quien se puede confiar, en quien se puede creer, a quien se puede amar y acudir en el momento de apuro, es un Dios que definitivamente también merece nuestra gratitud.

Y es que desde el Génesis (ej. 4:3, 8:20) hasta el Apocalipsis (ej. 19:1-8), los escritores bíblicos, hombres y mujeres, niños y ancianos,  los ángeles, la naturaleza, los animales, ¡todos expresan su gratitud a Dios!

Pero, ¿por qué hacerlo? ¿Por qué agradecer? 

¿Por qué agradecer a Dios?

Si rastreamos las causas o razones del agradecimiento a Dios hallaremos algo interesante: al parecer, Dios nunca mandó u ordenó agradecer. De hecho, más curioso aún es que la oración modelo de Jesús no incluye nada de gratitud (véase Mateo 6:9-15).

Piénsalo. ¿No sería acaso contraproducente que Dios viniese y nos dijera «agradézcanme siempre. Por todo. Todos los días»? Probablemente si algún amigo o familiar nos dijese algo similar, eso automáticamente borraría de nosotros cualquier vestigio de gratitud espontánea verdadera.

No sé si a ti te sucede lo mismo, pero si alguien viene a mí con un regalo o un don, y después de entregármelo se queja por mi falta de gratitud, me dan ganas de devolverlo. Si vas a dar algo para que te agradezcan, ¡mejor no des nada!

Por ello los mejores gestos de bondad son aquellos donde la persona que da, prefiere permanecer en el anonimato. Precisamente porque lo hace porque nace de su corazón ayudar, y no porque espera algún mérito o agradecimiento.

Sería muy extraño entonces que el Dios del universo, quien dijo que más “bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35), nos exigiera agradecerle por lo que hace o nos da. Se supone, pues, que lo hace porque nace de su voluntad, y no esperando recibir algo por eso.

Y así es exactamente cómo funcionan las cosas. Dios nos da, Dios hace por nosotros, Dios nos manifiesta su amor, sin esperar palabra de gratitud alguna. De hecho, Él es tan bondadoso que aún sobre los “malos” derrama iguales bendiciones que sobre los “buenos” (Mateo 5:45).

Lo intrigante es que tú y yo a veces agradecemos a Dios como si Él nos estuviera obligando a hacerlo. «Sí, está bien, gracias Señor por todo esto. ¿Feliz?». ¡Pero Él jamás lo ha hecho!

Entonces, ¿por qué agradecemos? Si bien es cierto textos como Lucas 17:18, Efesios 5:4, 20; Filipenses 4:6-7, Colosenses 3:15-17, 4:2 y 1 Tesalonicenses 5:18 exhortan a la gratitud, no debiéramos tomar esto como un imperativo Divino, sino como una indicación pastoral.

Y la única actitud que subyace a esta gratitud que Dios acepta de nuestra parte se infiere de algunos versículos como Éxodo 25:2 (“de su voluntad, de corazón”), Salmos 9:1 (el deseo, el anhelo de irrumpir en agradecimiento a Dios desde el corazón), 2 Corintios 9:7 (“Dios ama al dador alegre”).

Según las escrituras, para el adorador de Jehová la gratitud es una cualidad muy valiosa; pero solamente porque es fruto de su reconocimiento de la bondad y la misericordia de Dios. 

Cuando has internalizado la gracia de Dios, y la ves expresada en todos los dones usuales y no usuales, grandes y pequeños, tú respuesta es una alabanza, una gratitud sincera y completa hacia el Señor que cuida de ti, que te complace y te consiente. 

Esa gratitud profunda, que nace del corazón, pone una gran sonrisa en el rostro de Dios. Porque tal y como un padre se goza al ver a su hijo contento y agradecido por sus regalos y dones, también Dios se complace al recibir nuestra gratitud. No porque Él la pida, sino porque es nuestra respuesta natural a su inmensa bondad.

Dando gracias por todo

El que no agradece es porque no valora, es la realidad. Si mi madre viene a traerme un vaso de agua en este momento, probablemente mi gratitud no será tan grande como si me lo consigue a las 12:00 M en medio del calor de una caminata. Agradecemos en la medida que valoramos los dones brindados. 

Pero a su vez, agradecer a Dios nos ayuda a valorar todo lo que hace y nos da; nos fuerza a abrir los ojos a sus bendiciones, descubrirlas, encontrarlas incluso cuando no parecen ser muy visibles. 

Por eso el consejo del apóstol “dad gracias por todo” (1 Tesalonicenses 5:18), “dando siempre gracias por todo a Dios” (Efesio 5:20), “sed agradecidos (Colosenses 3:15) “abundando en acciones de gracias (Colosenses 2:7).

Agradecer por todo a Dios no significa ponernos una careta y decir como me aconseja a veces un amigo: “hay que decir que estamos bien, porque si decimos que estamos mal nos ponemos peor”. Podemos agradecer por todo desde el corazón, cuando hemos internalizado que el Señor jamás hará algo que no sea para nuestra completa felicidad.

Daniel escuchó del edicto de muerte que se había promulgado en su contra, ¿y qué hizo? Dio gracias a Dios, como siempre lo hacía (Daniel 6:10).

Al practicar la verdadera gratitud a Dios nuestra vida se llenará de paz (Filipenses 4:6-7), empezaremos a descubrir todo lo bueno que nos rodea, todos los dones divinos, y a valorar las bondades que los demás tienen para con nosotros. 

Al agradecer seremos más felices, y gozaremos de mejor salud. Al agradecer nos uniremos mucho más al corazón de Jesús y compartiremos su carácter.

Al agradecer, admitiremos que aún las cosas que no entendemos y nos causan dolor están en las manos de nuestro Padre bondadoso. En las buenas o en las malas podemos agradecer y sonreír, porque el amor y la bondad de Dios jamás nos abandonarán.

No lo dudes más, ¿qué tienes hoy para agradecer?“¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15)