¿Es cierto que Dios nunca nos dará más de lo que podemos soportar?

dios nunca nos da mas de lo que podemos soportar

¿Estás al tanto de cuánto eres capaz de soportar?

La ciencia ha estado avanzando en sus descubrimientos en cuanto a cuánto puede soportar un cuerpo humano bajo algunas condiciones extremas. Hace un par de años, National Geographic presentó los alcances de la resistencia de un hombre de 68 kg ante 9 circunstancias de esta clase.

En cuanto al calor corporal, motivo de una fiebre o por insolación excesiva, se calcula que el aumento de la temperatura interna del cuerpo puede llegar a ser fatal. Probablemente un hombre de esta contextura no podría soportar más allá de los 42 grados Celsius.

Se sabe que el agua fría tiene la facultad de absorber el calor del cuerpo, casi 32 veces más rápido que el aire. La pérdida del calor implica también la pérdida de la energía vital. Es por esto que una persona solo podría resistir alrededor de 30 minutos sumergido en agua a 4,4 grados. Y nadar aceleraría más el proceso.

Al hablar de los extremos caloríficos del aire, se afirma que los adultos pueden soportar 150 grados Celsius durante un período de 10 minutos. Un niño, por otro lado, puede morir pocos minutos después de estar encerrado en un vehículo con una temperatura de 49 grados.

El siguiente no aplica para los que le temen a las alturas. Mientras más elevada la ubicación de una persona con respecto al nivel del mar, es menor también la concentración de oxígeno en el aire. La altura máxima a la que comúnmente una persona puede llegar sin desmayarse, son 4.500 metros.

Al hablar de la profundidad, la presión sobre el cuerpo aumenta cada metro que se desciende. El récord que una persona ha alcanzado practicando apnea o buceo libre, ronda los 86 metros. Pero una persona común se desvanecería al transcurrir dos minutos en una profundidad de 18 metros.

Ante el peligro de asfixia, una persona normal se desmayará después de 2 minutos sin respirar oxígeno. Aunque, según dicen los estudiosos, con entrenamiento alguien podría lograr aguantar hasta 11 minutos.

Si sufrimos de abundante pérdida de sangre, hemos de tomar en cuenta que el shock hipovolémico es la reacción inmediata del organismo a la incapacidad del corazón para bombear suficiente sangre al cuerpo. Se producirá después de una pérdida del 40% del volumen sanguíneo, equivalente aprox. a 2,2 litros. La persona podría sobrevivir al perder el 30%, pero requerirá una rápida transfusión.

Si llevas dos o tres días pasando hambre, no te preocupes. Se estima que una persona podría llegar a los 45 días sin ingerir alimento, y la muerte será casi segura después de perder más del 30% de la masa corporal. Sin embargo, será más probable morir antes de ese período a causa de alguna enfermedad.

La deshidratación es mucho más grave que la falta de alimento. 7 días es el tiempo que una persona podría aguantar sin tomar agua, incluso si no reemplaza al menos la cuarta parte del agua que consume diariamente.  

No sé si tú tenías consciencia de que eras capaz de llegar a esta clase de límites físicos extremos, pero yo no.  

Sin embargo, me hago la pregunta, ¿cómo hacer para medir nuestros límites psicológicos? ¿Cómo puedo saber cuánta presión, cuanto estrés, cuánto dolor y angustia soy capaz de soportar? ¿Puede la ciencia determinarlo?

Y un poco más allá, ¿cómo puedo saber la magnitud y la cantidad de tentaciones o pruebas que puedo aguantar? ¿HAY  ACASO ALGUNA ESCALA? ¿Alguna fórmula? 

Pablo afirma que Dios lo sabe; pero si yo no puedo saberlo, ¡¿cómo puedo confirmarlo?! ¿Cómo puedo decir en medio de la tentación: «Es cierto. Esta entra dentro de mi rango»?

1 Corintios 10:13 es un pasaje importante para el creyente que padece, y hoy queremos sentarnos a dialogar con él. 

¿Denunciando a Dios?

Imagina que alguien está pasando por cantidad de pruebas y tentaciones. Se siente abrumado ante la carga de todas ellas y le parece que sus fuerzas están a punto de flaquear… La muerte de sus hijos, una enfermedad terminal, su esposo le ha pedido el divorcio, está en bancarrota, quisiera acabar con su vida, y sus amigos le han dejado solo. 

Solo alcanza a decir una y otra vez «¡¿Hasta cuándo, Dios? Ayúdame!».

Alguien se entera de su situación, y dudando de la misericordia de Dios, se ofrece a acompañarle a la «comisaría celestial» para poner una denuncia. Estando allí un ángel lo atiende, pero él exige hablar directamente con el jefe.

Finalmente le conceden una audiencia con Dios. El hombre entra con la Biblia en la mano, lee 1 Corintios 10:13, y comienza a narrar a Dios su triste situación, explicando que hace mucho que sus pruebas «cruzaron la raya». 

—Hijo, antes de ayudarte debo pedirte un favor. ¿Podrías responder este formulario? ‒le contesta Dios dándole una suave palmadita en el hombro‒. 

  1. Del 1 al 10, ¿cómo calificas tu comprensión de la filosofía y naturaleza de las pruebas y tentaciones? ¿Te parece que a mí me complace que caigas y sufras?
  2. Estas pruebas que por las que estás pasando, ¿las ha enfrentado alguien antes de ti, y las enfrentará alguien después?
  3. ¿Crees que algunas personas antes de ti habrán pasado por pruebas incluso más fuertes que estas?
  4. Ya que la respuesta a las 2 preguntas anteriores de seguro habrá sido «sí», ¿consideras que estas pruebas pueden catalogarse como «humanas»?
  5. Cuando dije por boca de pablo que ellas no excederán a lo que puedes resistir, ¿crees que me refería a tu fortaleza humana? ¿O más bien a un poder que está a tu alcance?
  6. Finalmente, ¿comprendes lo que quise decirte cuando coloqué este texto en la Biblia?

Probablemente el hombre se haya quedado mirando la hoja por unos minutos. 

Las pruebas y tentaciones

La primera impresión que tuve cuando supe que “pruebas” y “tentaciones” realmente son la misma palabra griega, peirasmos, fue bastante grande. Después de todo, crecí en un entorno cristiano que trazaba una clara distinción entre lo que es una prueba y lo que es una tentación.

Para mí, una prueba era totalmente positiva. Se trata de esas circunstancias que Dios pone para purificar, perfeccionar y refinar mi carácter. Claramente el carácter no se forma solo, ¡es necesario el fuego! Y debido a eso constantemente Dios nos está «probando».

Ahora, las tentaciones para mí eran todo lo opuesto, y de una naturaleza absolutamente negativa. No vienen de parte de Dios, sino de parte de Satanás, y su propósito estricto es inducirnos a caer en el pecado. Las tentaciones no son para que yo crezca, sino para pisotearme y burlarse de Dios.

Esta era mi visión antes. Y la idea no es del todo incorrecta, pero tiene fallas. No vamos a profundizar mucho en el asunto, pero necesitamos saber a qué se refieren las “pruebas” de 1 Corintios 10:13.

Notemos entonces que la palabra peirasmos, que se traduce como prueba, tentación, examen, juicio, aflicción y calamidad; es la que se usa en los pasajes bíblicos que hablan tanto de “tentaciones”, como de “pruebas”. 

Sin embargo, lo que es más importante es el punto de vista dual que se observa entre los escritores bíblicos en cuanto al peirasmos. En momentos se refieren a él como algo totalmente negativo, mientras que en otros momentos se refieren a él como algo positivo. Esto es lo que ha hecho que los teólogos tracen la distinción que menciono arriba entre prueba y tentación.

Observemos dos textos que ponen de relieve el punto de vista positivo. Santiago 1:2 dice “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. Y 1 Pedro 4:12, 13 se lee “Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera. Al contrario, gozaos”.

En ambos textos los apóstoles señalan las pruebas como motivo de alegría, pues contribuyen a nuestro crecimiento (ver tb. Santiago 1:3-4; 1 Pedro 1:6, 7). ¡Alegrémonos, Dios está colocando/permitiendo desafíos a superar para ser purificados!

Pero si en ambos textos tradujéramos peirasmos como «tentación», creo que el mensaje resultante sería un poco incongruente para los que mantenemos la clara diferenciación entre ambas palabras arriba descrita. ¿Acaso deberíamos alegrarnos por las tentaciones?

Esto no parece ser compatible con el punto de vista negativo de peirasmos en el Nuevo Testamento. 1 Timoteo 6:9, por ejemplo, dice “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y en lazo, y en muchas codicias locas y dañosas”. También observamos la conocida frase del «Padre nuestro» “No nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal” (Mateo 6:13).

“Entonces” ‒le preguntamos a los escritores del NT‒ “¿debemos alegrarnos por los peirasmos, o pedir a Dios que no nos deje caer en ellos? ¿Contribuyen a nuestro crecimiento, o nos hunden en destrucción y perdición (1 Timoteo 6:9)?”. 

Creo que la clave la encontramos en Santiago 1. En el verso 2, que ya mencionamos arriba, Santiago habla del peirasmos con gozo; y en el verso 12 habla de la recompensa que le espera al hombre que soporta el peirasmos. 

Inmediatamente, en el verso 13, Santiago advierte que cuando alguno es peirazomenos (el verbo del cual proviene peirasmos), es decir, “es probado/tentado”, no diga que eso viene de parte de Dios, porque Dios no “tienta a nadie”.

El contexto no permite marcar una clara diferencia entre la idea de peirasmos en este texto y el aspecto positivo que Santiago mencionó en los versos 2 y 12. ¿Cómo en espacio de un par de líneas Santiago va a pasar de hablar de peirasmos como “prueba” (según el concepto tradicional), a hablar de él como “tentación” en los versos 12 y 13? No tiene mucho sentido. 

Más bien, Santiago ve el peiramos como uno solo, con dos sentidos, pero no muy distintos. Es todos aquellos padecimientos y circunstancias de la vida que debemos soportar con paciencia, y en también las invitaciones directas hacia el pecado.

Por eso considero que este capítulo, junto al hecho de que no hay un solo pasaje claro en el NT que diga que Dios pone “pruebas” a los creyentes, es suficiente para ver peirasmos como algo causado por un solo agente, que no es Dios.

Estoy convencido que todo peirasmos viene de parte de Satanás, pero será positivo o negativo dependiendo de la respuesta que nosotros demos a él. Todo lo que hemos llamado “prueba” puede ser una tentación, si se falla. Y todo lo que llamamos “tentación” puede ser una prueba, si se vence.

Y el correcto entendimiento de esto nos ayuda a librar a Dios de un gran lío. ¡El jamás es el autor de las cosas malas que nos suceden! 

Quizás hay cosas que acontecen en nuestra vida que a primera vista nos parecen malas (como la pérdida de un empleo, por ejemplo), pero que terminan siendo buenas (como aceptar una mejor oportunidad de trabajo); ¡Estas cosas pueden venir de Dios!

Pero toda tentación y prueba que involucra aflicción, dolor e invitación al pecado provienen del único que desea nuestra destrucción: Satanás. Ahora, cada vez que soportamos la tentación y la prueba, crecemos en carácter y somos purificados. Por otro lado cuando cedemos, se considera que hemos pecado.

Dios no nos quiere ver sufrir, no es ese su anhelo. Él sólo procura convertir lo malo que trae Satanás sobre nuestra vida, en bueno. ¿Y cómo lo hace? Al ofrecernos los medios para salir victoriosos, y bendecirnos en lo posterior.

Es por esto que en 1 Corintios 10:13 no importa si traducimos “tentación” o “prueba”, sea como sea eso no viene de Dios, sino de Satanás. A veces, incluso, podemos ser nosotros mismos quienes nos colocamos en esas circunstancias. ¿Y qué hace Dios? Eso debemos ver a continuación.

La fidelidad de Dios

El capítulo 10 de Corintios no menciona a Satanás, y especialmente 10:13 resalta únicamente el papel de Dios. Pero ya hemos visto que con la mención de peirasmos se está señalando a otro agente diferente al Rey del Cielo. Esto nos permite excusar a Dios como la causa activa de estas perplejidades, y nos coloca en la posición de entender correctamente cómo interviene él en ellas.

Debemos notar en primer lugar la relación del contexto del pasaje con la frase que abre nuestro verso.

Tentación «humana»

Los versos 1-4 destacan que “todos” los hijos de Israel tuvieron las mismas oportunidades de salvación en el desierto, porque todos fueron igualmente bautizados en el mar rojo, todos comieron del maná, y todos bebieron del agua de la roca que es Cristo. 

El verso 5, sin embargo, termina diciendo que de la “mayoría de ellos no se agradó Dios”. ¿Por qué? Porque a pesar de gozar de las mismas bendiciones espirituales, a algunos no les fueron de provecho por dar constante cabida al pecado. Es decir, por ceder a la tentación.

A continuación, en los versos 6-10 describe algunos de sus pecados, como la codicia, la idolatría, la fornicación, y la murmuración. Todo esto registrado a manera de ejemplo (vv. 6, 11) para “nosotros, que vivimos en los tiempos finales”. 

Pablo está tratando de advertir a los corintios que participar de las bendiciones espirituales del bautismo y la cena del Señor (10:16, 17; comparar con comida y bebida espiritual en vv. 3 y 4) no les aprovechará si no están firmes, y velan para no caer en el pecado (v. 12). 

Sin embargo, a pesar de estar previniendo sus lectores del peligro y las consecuencias de ceder a la tentación, y de mostrar que los relatos del AT son un ejemplo de lo que sucederá a aquellos que no velen, Pablo continúa diciendo que “no os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana” (v. 13).

¿Qué quiere decir esto? Bueno, Pablo está diciendo que las tentaciones y pruebas que los corintios enfrentaron, enfrentan y enfrentarán, en realidad son comunes a todos los creyentes, a todos los seres humanos. Los israelitas pasaron por ellas, y así también ellos pasarían.

El peligro de caer estará siempre latente para aquel que se siente confiado frente a la tentación (v. 12), pero nadie está obligado a caer. Nadie está obligado a pecar alegando que sus tentaciones fueron insoportables, ¡No! Ninguna tentación, por grande que sea, excede a lo humanamente soportable.

La primera frase del verso 13 entonces se refiere a la «humanidad» de las tentaciones. 

Todos los seres humanos las enfrentamos, y han sido las mismas desde el principio. Son comunes a toda la raza, y por eso nadie puede excusar el pecado, ¡nadie está obligado a caer! Todos tenemos las mismas luchas.

Si sientes que tu carga es demasiado pesada para llevarla, puedes mirar hacia atrás y hacia los lados. Verás a muchos otros que, en el pasado y en el presente, están peleando la misma batalla. Quizás algunos con más intensidad que otros en ciertos momentos, ¡pero nunca podrás decir que a ti te ha tocado mucho más fuerte que a los demás!

Pero fiel es Dios

Aunque Dios no sea la causa activa de nuestras pruebas y tentaciones, Dios es soberano. Por tanto, todo lo que acontece en este mundo es una de dos cosas: Realizado por Dios o permitido por Dios, porque nada sucede sin que él lo note. 

Fijémonos en Job, porque es imposible tratar estos temas sin darle un vistazo a la tremenda revelación que Dios nos concedió en el libro que lleva su nombre.

Todo lo que le sucedió a Job en el primer y segundo capítulo de su libro nosotros lo calificaríamos como una “prueba” (tradicionalmente), si no conociéramos el trasfondo celestial. Sencillamente porque nada parecía ser una invitación directa hacia el pecado; cualquiera podría verlo como “la oportunidad para desarrollar el carácter”, pero no era eso. 

Era un intento directo de llevar al patriarca a renegar de Dios. Y lo interesante es que el libro nos muestra que todos estos males surgieron en la mente de Satanás, no en la de Dios. Una vez más, ¡Las pruebas son obra del diablo!

Y sin embargo, para que suceda Dios debe dar su aprobación. Esta es la parte que nos interesa. Nuestro gran enemigo debe pedir permiso a nuestro Dios amoroso para tentarnos. 

¡Por eso Pablo puede decir “pero fiel es Dios”! Porque aunque Satanás planee nuestra caída, es Dios quien nunca permite que seamos probados más allá de lo humanamente posible de soportar. 

Satanás no es mencionado en el texto porque lo que a Pablo le interesa es reafirmar la seguridad que todo creyente puede tener en la fidelidad de Dios. Ninguna tentación que nos azote será sobrenatural o imposible de ser superada, porque es Dios ‒el que anhela nuestro bienestar eterno‒ quien está al control. 

Es aquí donde está el centro del pasaje. No en la frase que le sigue, sino aquí, en la fidelidad de Dios. No es extraño, entonces, que dos palabras clave en este mismo texto se repitan en 1 Corintios 1:8, 9 “el cual os mantendrá firmes hasta el fin […] fiel es Dios”.

En ambos textos se habla de estar firmes. Pero mientras que 1:8 dice que Dios nos mantendrá firmes hasta el fin, 10:12 contrasta con ello la firmeza humana, que es engañosa y débil. Luego, ambos textos recalcan la fidelidad (1:9, 10:13) del único que puede socorrer al ser humano y presentarlo “irreprensible” (1:8).

Más de lo que podéis resistir

Llegamos al punto que nos atrajo al texto. Y al asunto en particular que llevó aquel hombre a la «comisaría celestial» a poner su denuncia. “Si Dios dijo que no permitiría nada más allá de lo que puedo soportar, ¡entonces se ha quedado dormido, o se ha pasado de la raya!”.

¿Quiso decir Pablo que las pruebas eran proporcionales a nuestra fuerza individual para soportarlas? Creo que si asumimos esta interpretación del texto, nos encontraremos con varios problemas.

Uno de ellos, según mi manera de ver, sería una hipotética conversación con Satanás.

—Oye, Dios, escucha. Quiero poner a prueba a Ramón porque, por lo que veo, no es un verdadero hijo tuyo. Creo que hay que darle un sacudón, a ver si es verdaderamente leal o es solo una fachada.

—Está bien, Lucifer. Puedes ponerlo a prueba. Solo que, te voy a enviar esta lista de cosas en las cuales no puedes tentarlo, porque si lo tientas allí él va a caer; ya que se excede a lo que él puede soportar. Ya te la estoy enviando… listo, llegó. ¡Mucho cuidado con pasarte, Satán!

Ilógico, ¿No? ¿Qué diría Satanás ante tal petición? Creo que explotaría en carcajadas. “¡Si así son tus seguidores, Rey del universo!”. 

Otro problema con el que podríamos cruzarnos al interpretar este pasaje como refiriéndose a la fuerza de cada ser humano para resistir a la tentación, es caer en el orgullo. Qué fácil sería pensar que, si Dios está permitiendo esta prueba en mi vida, es porque soy suficientemente fuerte para vencer.

Este pensamiento es peligroso, porque parece rayar en lo mismo que ya ha advertido el apóstol en el verso 12 “El que piense estar firme…”, o adaptándolo “El que piense ser suficientemente fuerte, mire que no caiga”. Es difícil creer que en realidad Dios pretenda que con nuestra fuerza humana seamos vencedores. 

Entonces, ¿qué quiere Pablo cuándo habla de no ser probados más de lo que podemos resistir? Nuevamente enfatizamos que la fidelidad de Dios es la clave. Esta fidelidad se manifiesta de dos maneras, que nos llevan a una conclusión.

La primera manera en la cual se manifiesta la fidelidad de Dios es la que ya describimos en el apartado anterior. Dios restringe y limita la obra del Diablo, permitiéndole tentar a los hombres de acuerdo a estándares humanamente soportables.

Limita su obra a tentaciones “humanas”, comunes a toda la humanidad. Él ha fijado un límite después del cual Satanás no puede cruzar con ningún hombre. Así que no se refiere el texto a pruebas adaptadas a la fuerza individual del creyente, sino a lo resistible por el género humano en general.

Al transitar por este mundo procurando una santa y piadosa manera de vivir, podemos confiar en nuestro Dios fiel, que no permitirá que el enemigo nos tiente de maneras que excedan a los límites humanos que él ha trazado. 

Sin embargo, hemos de tener en cuenta que, como ya dijimos, incluso estos límites «humanos» no se refieren a los que se pueden alcanzar dependiendo de la fuerza propia. Pablo define el carácter de las tentaciones como «humanas», pero no está diciendo que pueden ser soportadas sin ayuda. 

El segundo aspecto que el texto destaca en cuanto a cómo se manifiesta la fidelidad de Dios es en su provisión de una “salida”. 

Si las pruebas fuesen proporcionales a nuestra fuerza individual, Dios no tendría que proveer ninguna salida porque se supone que siendo adaptadas, nosotros estamos en la capacidad de soportarlas. Pero como ya vimos, esto no es así.

Las pruebas y tentaciones en realidad muchas veces exceden a nuestra fortaleza. Pablo habla de una tribulación que les sobrevino en Asia que los abrumó más allá de sus fuerzas, de tal manera que perdieron la esperanza de sobrevivir (2 Corintios 1:8). 

Pero luego dice que tuvieron en sí mismos esa sentencia de muerte para confiar en Dios, que hasta resucita a los muertos (v. 9). A continuación, por supuesto, dice “él nos libró y nos libra, y esperamos que aún nos librará” (v. 10). 

La salida y la liberación se encuentran en Dios, y no en nuestra capacidad de resistir.

¡Sorpresa! Las pruebas, por lo general, superan nuestras fuerzas humanas. No tienes que sorprenderte cuando sientes que ya no puedes más, pues a todos nos ha sucedido. Satanás sabe dónde, cuándo y cómo atacarnos para llevarnos a la ruina.

Comprendemos que “fiel es Dios”, únicamente porque nosotros somos incapaces. Muestra su fidelidad al permitir pruebas que no vienen solas, sino junto con la salida provista por Él que las hace soportables. 

Pedro ya lo afirmó mucho mejor que yo, “el Señor sabe librar de tentación a los piadosos” (2 Pedro 2:9). Él sabe socorrernos, Él sabe auxiliarnos. Si el Diablo sabe cómo llevarnos a la muerte, Dios sabe muy bien cómo rescatarnos del abismo.

Él punto no es qué tan fuertes somos para resistir a Satanás, sino qué tanta confianza tenemos en la mano poderosa y fiel de Dios que nos ayuda.

Estas dos manifestaciones de misericordia por parte de Dios (tentaciones soportables y la fiel provisión de una salida) nos conducen a una conclusión.

Pablo no está diciendo “tranquilo, nunca serás probado más allá de lo que tú eres capaz de resistir”. Está diciendo “Dios es fiel para nunca permitir una prueba que no puedas soportar con su fuerza y su auxilio”. 

Esto nos ayuda a reforzar lo que planteamos arriba acerca de la relación entre 1 Corintios 1:8, 9 y 10:12, 13. Dios no ha prometido que por nosotros mismos podremos permanecer firmes; en su lugar, ha asegurado que aunque las pruebas nos abrumen “más allá de nuestras fuerzas” Él es capaz de mantenernos firmes hasta el fin. 

Un consejo pastoral 

No sé si alguna vez has pensado cuál sería la actitud de Dios cuando Job estaba siendo probado. Visiblemente tuvo que permanecer distante, o le estaría dando la razón a Satanás. Pero puedo imaginar que su corazón latía aceleradamente por su hijo que sufría y no entendía lo que pasaba.

Job estaba pasando por una de las peores pruebas que un ser humano ha podido soportar. Y tuvo que hacerlo solo. La reputación del cielo estaba en juego, y él no tenía ni idea. Todo el peso del dolor reposaba sobre él, y aunque dudó, se lamentó y gritó, nunca renegó de su padre.

Puedo imaginar a Dios como un fanático que ve a su boxeador favorito siendo golpeado pero no deja de gritar «¡Vamos! ¡No te rindas! ¡Aquí estoy contigo! ¡Tú puedes ser victorioso!». Quizás, mientras pensaba cómo recompensaría a Job cuando saliera vencedor, lo miraba y con amor pensaría «Resiste, hijo mío».

Si Dios hubiese podido darle un mensaje a Job, ¿qué le hubiese dicho? No tengo la menor idea. Pero después de todo lo que hemos dicho, debemos observar que este pasaje no deja de ser un consejo pastoral. No sé lo que hubiese dicho Dios, pero sí sé lo que dijo Pablo.

Aquí Pablo no procura ser un teólogo ni un exégeta, solo intenta dar ese mensaje final de ánimo a sus hijos en la fe. «Dios es fiel, no se rindan. Las tentaciones vendrán, pero junto a Él y con su fuerza, no serán derrotados. ¡Vamos! Una milla más».

Y así como Job fue grandemente recompensado al final (Job 42:10-17); el que soporte la prueba, aferrado a su amigo eterno, recibirá la corona de la vida (Santiago 1:12).

Conclusión

Después de haber contestado cada una de las preguntas que se encontraban en aquel formulario, creo que estamos en la capacidad de retirar nuestra denuncia contra Dios. 

Resumamos lo dicho hasta aquí. Dios no es el autor de las pruebas y tentaciones, y su deseo jamás ha sido vernos sufrir. Todo el mal que nos sobreviene ha sido fabricado en la mente del enemigo, para nuestra destrucción. 

Sin embargo, cada vez que vencemos al mundo y a Satanás por la fe (1 Juan 5:4), desarrollamos nuestro carácter y crecemos a semejanza de Dios. Y por eso es posible ver las pruebas con gozo. 

El secreto para entender 1 Corintios 10:13 es la fidelidad de Dios, no hay duda. Se manifiesta poderosamente al limitar la obra del diablo, y al proveer siempre una salida precisa para escapar del mal y resistir la prueba.

El asedio del enemigo es seguro, las pruebas y tentaciones vendrán para causarnos tristeza y dolor. Pero el poder, el amor y la consideración del Dios eterno están garantizados. ¡Ese es el secreto!

Puedo imaginar a Dios acompañando a aquel hombre hasta la puerta de salida de la comisaría, mirándolo fijamente. Acaricia su cabeza y sonríe. 

—Hijo, sé que ahorita te sientes derrotado. Pero jamás olvides que aquí estoy yo. No en esta comisaría, sino junto a ti. ¡Vamos! Nunca tendrás que luchar solo, yo estaré contigo. Y aun cuando caigas, tengo infinita misericordia para perdonarte y levantarte una vez más.