Versículo para memorizar: Levítico 23:3. “Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa
convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis”.
Aunque, a veces, al viernes se le llamaba “día de preparación”, en realidad el único día del calendario judío que tenía nombre propio era el sábado (Shabat, reposo). Su propio nombre vincula este día al descanso. Al analizar las dos versiones del cuarto mandamiento, junto a otros textos que hablan del sábado y de cómo guardarlo, podemos ver claramente que el descanso sabático va más allá del descanso físico. ¿Qué descanso nos proporciona el sábado?
EL SÁBADO Y LA CREACIÓN
“Acuérdate del día del sábado para santificarlo” (Éxodo 20:8).
¿Qué debemos recordar el sábado? El sábado debemos recordar el poder de Dios, que creó el mundo y todo lo que él contiene, incluidos nosotros (Éx. 20:11; Gn. 1). También debemos recordar que fuimos creados de una forma especial. Somos diferentes de todas las demás criaturas que habitan sobre la tierra. Somos imagen de Dios (Gn. 1:27; 9:6). Por último, debemos recordar que tenemos una responsabilidad. Fuimos colocados como mayordomos y cuidadores de la creación divina (Gn. 1:28; 2:15). Después de seis mil años de pecado, el sábado nos sigue recordando el plan que Dios trazó para nosotros en la Creación, y nos da la esperanza de volver un día a disfrutar de nuevo de la comunión con Dios (Is. 66:23).
CELEBRAR LA LIBERTAD
“Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día del sábado” (Deuteronomio 5:15).
¿Recordar que fuimos esclavos? Esto tal vez vale para los judíos. Pero nosotros nunca fuimos esclavos. ¿O sí? Si tienes dudas, lee Romanos 6:17-18. El pecado nos ha esclavizado a todos, sin excepción. El sábado es un momento en el que podemos agradecer a Dios por habernos librado de la esclavitud del pecado a través de la preciosa sangre de Jesús. El cuarto mandamiento nos dice que descansemos en la salvación que Dios obtuvo por nosotros con su brazo poderoso.
“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:7).
EL FORASTERO DENTRO DE TUS PUERTAS
“Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero” (Éxodo 23:12).
Siendo un mandamiento que surge en la misma Creación, Dios le ordenó al pueblo de Israel que compartiera las bendiciones del reposo sabático con todos aquellos con los que se relacionara.
La iglesia cristiana, receptora de los privilegios de Israel (1P. 2:9), está llamada también a hacer partícipe a todo el mundo de estas bendiciones. Conscientes de ello, y de acuerdo con el mandamiento, debemos tratar a los demás con amor y respeto. No debemos abusar o maltratar a ninguna persona, ni siquiera a los animales.
SERVIR A LOS DEMÁS ES HONRAR EL SÁBADO DE DIOS
“Y a ésta que es hija de Abraham, a quien Satanás tuvo atada durante dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en sábado?” (Lucas 13:16).
Servir a los demás no es algo de lo que debemos descansar en sábado. Al contrario, es un momento que podemos y debemos usar para servir a otros. Jesús sanaba en sábado, aun sabiendo que esto le ponía en oposición a las férreas costumbres farisaicas sobre el descanso sabático. Lo consideró un tema tan crucial que incluso llegó a desafiarlos, ordenando a un hombre que acababa de sanar que llevase su camilla en sábado, algo que prohibía la tradición, no el mandamiento (Jn. 5:1-17). Dios no quiere una adoración exenta del amor y la preocupación por los demás (Is. 58:2-4; 13-14). El descanso sabático implica servicio.
LA SEÑAL DE QUE PERTENECEMOS A DIOS
“En verdad vosotros guardaréis mis sábados; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico” (Éxodo 31:13).
El sábado es una señal que nos identifica como miembros del pueblo de Dios. Nos recuerda que pertenecemos a Dios, y que nuestro trabajo y nuestro descanso son para Él. Esta señal no identifica solo a los descendientes físicos de Abraham, ya que, al creer en Jesús, nos convertimos en “linaje de Abraham” y “herederos según la promesa” (Gál. 3:29). El sábado nos recuerda constantemente nuestros orígenes, nuestra liberación del pecado y nuestra responsabilidad hacia los débiles. Es un momento de relación con nuestro Creador y Redentor, que nos invita a entrar en su reposo (Heb. 4:9-10).
Nota de EGW: “El sábado es señal de una relación que existe entre Dios y su pueblo, de que son sus súbditos obedientes, que guardan su ley. La observancia del sábado es el medio ordenado por Dios para conservar el conocimiento de sí mismo y de distinguir entre sus sujetos leales y los transgresores de su ley” (Testimonios para la iglesia, tomo 8, pg. 210).