Cómo interpretar las Escrituras – Fuente autoritativa de nuestra teología

Versículo para memorizar. Isaías 8:20. “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”.

Incluso si queremos vivir solo de acuerdo con la Biblia, nuestra comprensión de la Escritura está significativamente moldeada e influenciada por una serie de factores: las tradiciones a las que estamos acostumbrados y con las que crecimos, la forma en que se nos educó para pensar y usar la razón para explicar las cosas, nuestra experiencia con ciertas personas e ideas, y la cultura formativa que nos rodea. La prioridad dada a cualquier fuente o combinación de fuentes tiene una influencia significativa en nuestra teología; finalmente determinará la dirección de toda la tarea teológica.

LA TRADICIÓN

“Tened cuidado y no os dejéis llevar por quienes os quieren engañar con teorías y falsos argumentos, pues ellos no se basan en Cristo, sino en las tradiciones de los hombres y en los poderes que dominan este mundo” (Colosenses 2:8 DHHe).

¿Qué hay de bueno en la tradición? La tradición nos ayuda a recordar nuestra historia y nos transmite las lecciones y experiencias de nuestros antepasados. En la Biblia encontramos tradiciones, como la fiesta de Purim, que recuerdan la liberación del pueblo de Dios. En Estados Unidos, por ejemplo, se sigue recordando la llegada de los padres peregrinos a la tierra de libertad.
¿Qué hay de malo en la tradición? Las tradiciones pueden llegar a suplantar la verdad (Marcos 7:1-13) al agregar elementos erróneos y supersticiones contrarias a la fe.

LA EXPERIENCIA

“¿Dónde, pues, está aquel sentimiento de felicidad que experimentabais? Porque os doy testimonio de que, de ser posible, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos” (Gálatas 4:15).

¿Qué hay de bueno en la experiencia? Nuestra comprensión de Dios se basa en nuestras experiencias vividas con Él. Recordar la forma en que Dios nos ayudó o estuvo a nuestro lado en muchos momentos de nuestro pasado nos ayuda a seguir adelante hacia la meta.
¿Qué hay de malo en la experiencia? No todas las experiencias son buenas. En ocasiones, lo que experimentamos o sentimos no proviene de Dios. Por eso, es peligroso basar nuestra fe o nuestra doctrina en lo que sentimos o experimentamos en ciertos momentos, cuando esto contradice lo que la Biblia nos enseña.

LA CULTURA

“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1ª de Juan 2:16).

¿Qué hay de bueno en la cultura? En muchos países, la cultura tiene una gran influencia bíblica. Aún en los que no es así, encontramos elementos culturales que son perfectamente compatibles con las enseñanzas bíblicas.
¿Qué hay de malo en la cultura? La cultura puede tener rasgos que nos hagan parecer bueno lo malo, o viceversa (Isaías 5:20). Por eso, todo rasgo cultural ha de evaluarse con la Biblia, y ésta debe prevalecer. Si algo hay que cambiar, deben ser nuestros rasgos culturales erróneos.

LA RAZÓN

“Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo” (2ª de Corintios 10:5 NVI).

¿Qué hay de bueno en la razón? La capacidad de razonar proviene de Dios. Con ella, podemos llegar a conclusiones correctas y ser convencidos por la verdad (2P. 1:12; Jn. 16:8). La razón nos hace sabios, siempre que esté sometida a la voluntad de Dios (Pr. 9:10). Incluso nuestra adoración debe ser racional (Rom. 12:1), y no solo sentimental.
¿Qué hay de malo en la razón? Es muy peligroso creer que nuestra razón es capaz de abarcarlo todo. Al no aceptar aquello que no podemos racionalizar, rechazamos lo que no entendemos, lo sobrenatural. Alejamos de nosotros a Dios, el único que puede darnos salvación y vida eterna.

LA BIBLIA

“Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él” (Juan 5:46).

¿Qué hay de bueno en la Biblia? Es el libro que Jesús mismo nos invita a estudiar (Juan 5:39) y a creer (v. 46). Es la Palabra inspirada de Dios, útil para nuestra enseñanza (2ª de Timoteo 3:16).
En cuestión de fe y doctrina está por encima de la tradición, la experiencia, la cultura y la razón. Todas ellas han de ser evaluadas y analizadas por la Biblia.
¿Qué hay de malo en la Biblia? Nada. Siempre y cuando nos dejemos guiar en su estudio por su propio autor: el Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca nos guiará a una verdad o comprensión que contradiga lo que Él reveló en la propia Biblia.

Nota de EGW: “No debiéramos permitir que ningún argumento humano nos desvíe de una investigación cabal de la verdad bíblica. Las opiniones y costumbres de los hombres no han de ser recibidas como si tuviesen autoridad divina. Dios ha revelado en su Palabra en qué consiste todo el deber del hombre, y nosotros no hemos de dejarnos apartar de la gran norma de justicia. Él envió a su Hijo Unigénito para que fuese nuestro ejemplo, y nos invita a oírle y seguirle” (La educación cristiana, pg. 227).