Versículo para memorizar. Romanos 11:1. “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de
Abraham, de la tribu de Benjamín”
La elección de esta semana abarca Romanos 10 y 11. Si bien haremos un énfasis especial en el capítulo 11, es importante leer ambos capítulos completos.
CRISTO Y LA LEY.
“Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” (Romanos 10:1-4).
¿Qué quiere decir la expresión “el fin de la ley es Cristo”
Cristo es la meta o propósito de la ley. Cristo es el cumplimiento de la ley. Cristo es la terminación de la ley como medio de salvación.
Toda la ley divina nos conduce a Cristo. La ley ceremonial nos hace entender el ministerio y el sacrificio de Cristo. No debemos seguir cumpliendo la ley ceremonial, pero sí debemos seguir estudiándola para aprender más sobre Jesús. La ley moral nos indica que somos pecadores y es nuestro ayo que nos conduce a Cristo para obtener el perdón. Debemos seguir cumpliendo la ley moral, ya que nos indica la voluntad de Dios para nuestras vidas.
LA ELECCIÓN DE LA GRACIA.
“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; ¿y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. (Romanos 11:1-6).
La nación judía agotó su tiempo de gracia cuando rechazó el mensaje del Evangelio apedreando a Esteban (Daniel 9:24-27). No obstante, Dios, por su elección de gracia, se reservó un remanente que alcanzó la salvación.
LAS RAMAS NATURALES.
“¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy” (Romanos 11:7-8).
Israel no alcanzó la salvación al rechazar a Jesús como el Mesías y, por lo tanto, se endurecieron. Éstos son los que no pueden ver ni oír porque no quieren hacerlo. Pero los que sí aceptaron a Jesús como el Mesías forman el remanente del pueblo de Israel (“los escogidos”).
¿Qué nueva oportunidad se les da a los judíos para aceptar la salvación? Los judíos, que un día rechazaron el Evangelio, pueden llegar a aceptarlo al ver cómo los gentiles han alcanzado esa misma salvación que ellos rechazaron.
¿Qué enseñanza quiere transmitirnos Pablo con la ilustración del olivo y sus ramas que se encuentra en Romanos 11:16-24? Los gentiles no se deben enorgullecer y menospreciar a los judíos. Los judíos que rechazaron el Evangelio pueden volver a aceptarlo.
La salvación es algo que se puede perder y recuperar.
TODO ISRAEL SERÁ SALVO.
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.
Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados” (Romanos 11:25-27)
¿Qué significan las expresiones “la plenitud de los gentiles” y “todo Israel será salvo” que Pablo usa en Romanos 11:25-26?
Pablo aquí hace su conclusión de la ilustración del olivo y sus ramas naturales e injertadas. Llegar a “la plenitud de los gentiles” implica que el Evangelio se predicará en todo el mundo (“a toda nación, tribu, lengua y pueblo” Ap. 14:6). Todos los gentiles (las ramas injertadas) y judíos (las ramas re-injertadas) que aceptan el Evangelio forman el Israel espiritual (el olivo). Éste es el “todo Israel” que será salvo en el tiempo del fin.
Nota de EGW: “Nunca ha carecido el Señor en esta tierra de representantes fieles, que consideraron como suyos los intereses de él. Estos testigos de Dios se cuentan entre el Israel espiritual, y se cumplirán en su favor todas las promesas del pacto que hizo Jehová con su pueblo en la antigüedad… Al Israel espiritual han sido devueltos los privilegios que fueron concedidos al pueblo de Dios cuando se le libertó de Babilonia. En todas partes de la tierra, hombres y mujeres están respondiendo al mensaje enviado por el Cielo, acerca del cual Juan el revelador profetizó que sería proclamado antes del segundo advenimiento de Cristo: «Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida.» (Apoc. 14:7.)” (Profetas y Reyes, cp. 59, pg. 526-527).
LA SALVACIÓN DE LOS PECADORES.
“Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos ahora han sido desobedientes, para que, por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Romanos 11:30-32)” (Romanos 11:30-32).
Dios quiere derramar sobre cada uno de nosotros su misericordia, su amor y su gracia. Depende de nosotros aceptar esa misericordia divina y transmitirla a los demás para que muchos puedan conocerla y aceptarla.
La salvación mediante la fe en Jesucristo está disponible para todos los grupos de personas de la Tierra, si deciden depositar su fe en él. Esta realidad significa que todos son iguales en su necesidad de salvación. Al comprender esta verdad, podemos ser empáticos con todas las personas y ponernos más a disposición de Dios para compartir las buenas nuevas de Jesucristo.
