Mayordomía – Las motivaciones del corazón – Las deudas: una decisión diaria

[pdf-lite linktext=»Descargar este resumen en PDF» icon=»2″ titlepage=»Resumen del Estudio Bíblico»]

Versículo para memorizar. Romanos 13:7-8. “Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que
deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor. No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley”.

Gastar dinero que no tenemos es la puerta de entrada del pueblo de Dios para “hace[r] que la codicia y el amor de los tesoros terrenales sean los rasgos sobresalientes de su carácter. Cuando estos rasgos los dominan, la salvación y la gracia pierden importancia”. Debiéramos mejorar nuestras destrezas y habilidades para poder ser disciplinados y hacer todo lo posible para evitar endeudarnos

PRÉSTAMOS Y GASTOS.

“El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da;” (Salmos 37:21).

La única razón por la que pedimos dinero prestado es para gastarlo. El riesgo financiero que asumimos es presumir que tenemos la capacidad de devolverlo y que no habrá sorpresas financieras en el futuro. Sin embargo, el futuro nos es desconocido (Ecl. 8:7); por ende, pedir dinero prestado siempre conlleva un riesgo. Debemos aprender a gastar sabiamente y a cuidar el dinero de Dios, y lograr que el dinero del mundo no nos domine. Existen algunas situaciones en las que tenemos que pedir prestado. Pero debe hacerse con cautela y con la intención de devolver todo lo antes posible.

LA MAYORDOMÍA Y LA GRATIFICACIÓN INSTANTÁNEA.

“Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (Hebreos 12:17).

Lo mejor que este mundo puede ofrecernos es experimentar el aquí y el ahora, porque no puede ofrecernos una experiencia en el más allá. Vivir para nosotros mismos es lo opuesto a vivir para Dios. El deseo de gratificación instantánea es sintomático de una mente descontrolada; es un enemigo de la paciencia que socava los objetivos a largo plazo, se burla de la responsabilidad y atenta contra ella. Demorar la gratificación es un principio que se aprende; es una habilidad de la vida que nos ayuda a manejar las situaciones y las presiones, especialmente las tentaciones que el mundo nos ofrece, como pedir préstamos en forma imprudente

CÓMO VIVIR DENTRO DE TUS POSIBILIDADES.

“En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra” (Prov. 21:20).

Este versículo contrasta la mayordomía de la responsabilidad económica con la gestión lujosa y despilfarradora. Los insensatos no hacen ningún plan para vivir con lo que tienen. Gastan con avidez la riqueza que tienen a su disposición, incluso la riqueza prestada, y creen que la prudencia financiera o la vida frugal es una adversidad, como una dieta indeseada. Debiéramos pensar en nuestros medios no como ingresos, sino como recursos que tenemos la responsabilidad de administrar. Un presupuesto es el método que debemos usar para llevar a cabo esta tarea. La planificación de un presupuesto es una habilidad adquirida que necesitamos estudiar cuidadosamente. Se necesita una práctica disciplinada y esfuerzo para tener éxito en la gestión de un plan financiero equilibrado.

DILE NO A LAS DEUDAS.

“Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado” (Deuteronomio 28:12).

Es cuestión de sentido común evitar las deudas por todos los medios. La Biblia también nos aconseja que evitemos salir de garantes de las deudas de otras personas. Las deudas influyen en el futuro y nos obligan a someternos a sus demandas desde nuestra condición de debilidad
financiera. Son un elíxir suave que a los cristianos se les hace difícil rechazar y administrar. Las deudas tal vez no sean inmorales, pero no fortalecen nuestra vida espiritual. La deuda es un cimiento débil para los cristianos. Puede perjudicar nuestra experiencia espiritual e impactar en nuestra capacidad de financiar la obra de Dios. Nos priva de nuestra capacidad de dar a los demás con confianza y nos quita oportunidades para recibir las bendiciones de Dios.

AHORRO E INVERSIÓN.

“Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento” (Proverbio 6:6-8).

El sentido de ahorrar es tener disponibilidad de recursos para nuestros gastos cotidianos o nuestras necesidades en lugar de gastar o acumular el dinero que ganamos. Administrar dinero requiere sabiduría, la elaboración de un presupuesto y disciplina. Si todo lo que hacemos es ahorrar para nosotros mismos, estamos hurtando las posesiones de Dios en vez de administrarlas. Los mayordomos ahorran para las necesidades familiares e invierten en el cielo cuando administran los recursos de Dios. No se trata de cuánto poseemos, sino de establecer un plan de administración bíblico, cualquiera que sea nuestra situación financiera. Debiéramos ser prudentes a la hora de ahorrar para las necesidades de la familia. A fin de minimizar cualquier pérdida, debemos dispersar el riesgo. Al aceptar a Cristo se abre la cuenta, y la devolución del diezmo y el dar ofrendas son depósitos. Es decir, por más que necesitamos ocuparnos de nuestras cosas mundanas y terrenales aquí, como pagar las cuentas, debemos mantener siempre nuestro enfoque en las verdades eternas.

El creyente que vive libre de deudas disfruta de libertad financiera y emocional. La piedad con contentamiento es un beneficio maravilloso, y la gestión sabia de los recursos financieros y materiales de la vida incluye la inversión y el ahorro.

[pdf-lite linktext=»Descargar este resumen en PDF» icon=»2″ titlepage=»Resumen del Estudio Bíblico»]