Mayordomía – Las motivaciones del corazón – El papel de la mayordomía

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Versículo para memorizar. 1ª de Tesalonicenses 4:7. “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”.

Debido a la profundidad y la extensión de la mayordomía, es fácil perderse en la visión de conjunto, obstruida por tangentes y desbordada por su enormidad. La mayordomía es sencilla, pero, a la vez, compleja y, por lo tanto, se la puede malinterpretar fácilmente. Sin embargo, ni el cristiano ni la iglesia pueden existir o funcionar sin ella. Ser cristiano es también ser un buen mayordomo.

CRISTO COMO EL CENTRO.

“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;” (Colosenses 1:16-18).

Cristo es el corazón de nuestra mayordomía y la fuente de nuestro poder. Gracias a él, tenemos una vida digna de ser vivida, y demostramos ante todos que él es el eje central de nuestra vida. Pablo pudo haber experimentado muchas pruebas, pero, sin importar dónde estuviera o lo que le sucediera, tenía una prioridad en su vida: Cristo Jesús.

LA DOCTRINA DEL SANTUARIO.

“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:14-16).

No solemos pensar en el Santuario en el contexto de la mayordomía. Sin embargo, el vínculo existe porque el Santuario es muy importante para nuestro sistema de creencias, y la mayordomía forma parte de ese sistema. Es imperativo que comprendamos el papel de la mayordomía a la luz de este concepto bíblico. La doctrina del Santuario ayuda a revelar la gran verdad de la salvación y la redención, que es el núcleo de toda la teología cristiana. En el Santuario terrenal, no solo vemos la muerte de Cristo en nuestro favor, sino también su ministerio en el Santuario celestial. También podemos ver, en el Lugar Santísimo, la importancia de la Ley de Dios y la realidad del juicio final. Un aspecto fundamental de todo esto es la promesa de la redención que la sangre derramada por Jesús pone a nuestra disposición. El papel de la mayordomía refleja una vida arraigada en la gran verdad de la salvación, tal como se revela en la doctrina del Santuario. Cuanto más profundamente entendemos lo que Cristo ha hecho por nosotros, y lo que hace en nosotros ahora, más nos acercamos a Cristo, a su ministerio, a su misión, a sus enseñanzas y a su intención para aquellos que aplican los principios de mayordomía en su vida.

CREENCIAS DOCTRINALES CRISTOCÉNTRICAS.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6).

Nuestras creencias doctrinales inciden en quiénes somos y en la dirección en la que vamos. Las doctrinas no son solo ideas teológicas abstractas; toda verdadera doctrina está arraigada en Cristo y todas deberían impactar, de diversas maneras, en la forma en que vivimos. El papel de la mayordomía es vivir la verdad doctrinal como es en Jesús, y hacerlo de una manera que afecte positivamente nuestra calidad de vida. Ser un mayordomo no solo es creer en las doctrinas, por más ciertas que esas doctrinas sean, sino también es vivir esas verdades en nuestra vida y en nuestra interacción con los demás.

EL MENSAJE DE LOS TRES ÁNGELES.

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. (Apocalipsis 14:6-12).

Como pueblo de Dios, nuestra misión es presentar la verdad del mensaje de los tres ángeles, en preparación para la segunda venida de Cristo. La gente debe poder tomar una decisión en relación con la eternidad. El papel de la mayordomía es una asociación con Dios en la misión.

LA MAYORDOMÍA.

“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14).

La mayordomía es el envoltorio externo de lo que somos y hacemos. Es un testigo de nuestra conducta y de una vida bien administrada. Las acciones son poderosas y tenemos que controlarlas mediante nuestro compromiso con Cristo. Deberíamos vivir con esta seguridad y promesa:

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).

 

Nota de EGW: “La santificación del alma mediante la obra del Espíritu Santo es la implantación de la naturaleza de Cristo en la humanidad. La religión del evangelio es Cristo en la vida; un principio vivo y activo. Es la gracia de Cristo revelada en el carácter y forjada en buenas obras. Los principios del evangelio no pueden desconectarse de ninguna fase de la vida práctica. Todo aspecto de la vida y de la labor cristiana debe ser una representación de la vida de Cristo” (Palabras de vida del gran maestro, p 316).

Con demasiada frecuencia los cristianos han incurrido en la tendencia de separar las doctrinas de la Biblia, por un lado, y el cristianismo práctico por el otro; o al menos, de descuidar la relación entre ellos. La mayordomía nos desafía a repensar esta dicotomía, cuando nos convertimos en mayordomos o administradores de los propósitos de Dios.

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