La educación – El sábado: Cómo experimentar y vivir el carácter de Dios

Versículo para memorizar: Marcos 2:27-28. “También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo”.

El sábado nos ha acompañado desde la Creación y seguirá acompañándonos durante toda la eternidad (Génesis 2:1-3; Isaías 66:22-23). Es un monumento en el tiempo. Un hito que nos recuerda de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Vamos a descubrir cómo usar ese tiempo bendecido que Dios nos ha regalado.

TIEMPO PARA SORPRENDERSE

“Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:3).

Con estas palabras, se da por concluido el relato de la Creación. El viernes, Adán había tenido una gran actividad. Eva, sin embargo, solo pudo disfrutar de unas pocas horas de ese día junto a su esposo. Su primer día completo de existencia fue un día especialmente bendecido. Un día santificado por la presencia misma del Creador. En él aprendieron juntos mucho de su Creador y de la creación que les rodeaba. Al finalizar el día, recibieron la invitación para disfrutar de un
nuevo día completo con Dios el siguiente sábado (aparte de sus visitas vespertinas diarias). Y la invitación se sigue repitiendo cada sábado. Una invitación a pasar un día completo aprendiendo de nuestro maravilloso Creador.

TIEMPO PARA REDESCUBRIR

“Mirad que Jehová os dio el día de sábado, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Estese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día” (Éxodo 16:29).

Bajo la carga del pesado trabajo, el pueblo de Israel había sido obligado a abandonar el descanso sabático. Cuando fueron liberados de Egipto, Dios quiso que redescubrieran el sábado y, con él, redescubrieran quién es Dios, cuánto los amaba, y qué propósitos tenía para ellos. El maná fue la manera que Dios escogió para introducir el sábado con un doble milagro semanal:

• El viernes caía el doble de maná, pero el sábado no caía nada.
• Lo que se cocinaba el viernes se podía comer el sábado, pero el resto de los días se agusanaba.

Hoy Dios nos invita a seguir redescubriéndole cada sábado, a comprender mejor su carácter y a tener una relación más firme con Él.

TIEMPO PARA APRENDER PRIORIDADES

“Si retrajeres a causa del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia; y al día santo de Jehová, honorable; y lo honrares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu negocio, ni hablando de él, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré con la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:13-14).

Isaías 58 es un llamamiento al pueblo de Dios para que se replantee sus prioridades. Buscaban en ayuno a Dios para que les prosperase, mientras explotaban a sus trabajadores y oprimían al desvalido (v. 1-5). Dios nos llama a darle la vuelta a este planteamiento: preocupémonos por tratar bien a los demás y servir a los necesitados y entonces seremos prosperados (v. 6-12). Esto va unido a un llamado a deleitarnos durante el sábado en la compañía de Dios, olvidándonos completamente de nosotros mismos y de nuestros negocios (v. 13-14). El sábado nos ayuda a poner a Dios en primer lugar y colocar así todo lo demás en su prioridad correcta.

TIEMPO PARA ENCONTRAR EL EQUILIBRIO

“Y les decía: El sábado fue instituido para el hombre, y no el hombre para el sábado. Por tanto, el Hijo del Hombre es también señor del sábado” (Marcos 2:27-28).

Cada sábado, se leía e interpretaba la Ley en las sinagogas. Se buscaba un conocimiento más profundo de la voluntad de Dios. Pero, para cumplir lo que la Ley exigía, llegaron a pormenorizar cada acción que se podía o no realizar en el sábado. De esta manera, lo convirtieron en una carga. Jesús, con sus acciones y sus palabras, les recordó el verdadero propósito del sábado: ser una bendición para nosotros y para los que nos rodean. Por eso, nos invita a ocupar las horas del sábado en conocer más íntimamente al Señor del sábado, basando nuestra obediencia al mandamiento en el agradecimiento por lo que Él ha hecho por nosotros.

UN TIEMPO PARA LA COMUNIDAD

“Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente sábado les hablasen de estas cosas” (Hechos 13:42).

Los primeros cristianos aprovechaban los encuentros sabáticos para, basándose en las Escrituras y en su testimonio personal, demostrar que Jesús era el Mesías (Hechos 13:14-45; 16:13-14; 17:1-5; 18:4). En la actualidad, tenemos una gran oportunidad de comunicar nuestro conocimiento de las Escrituras y dar testimonio de Jesús a través del estudio en común durante las clases de la escuela sabática. Igualmente, la exposición pública de la Biblia durante los momentos del culto sabático es una manera práctica de comunicar las verdades fundamentales de nuestra fe.

Nota de EGW: “Dios enseña que debemos congregarnos en su casa para cultivar los atributos del amor perfecto. Esto preparará a los moradores de la tierra para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para todos los que le aman. Allí se congregarán en el santuario de sábado en sábado, de luna nueva en luna nueva, para unir sus voces en los más sublimes acentos de alabanza y agradecimiento a Aquel que está sentado en el trono y al Cordero para siempre jamás”. (Testimonios para la iglesia, tomo 6, pg. 368).