Versículo para memorizar. 1ª Corintios 5:58. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra
del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
Podemos pensar en el trabajo como una maldición, una consecuencia del pecado (Génesis 3:19). Pero si leemos detenidamente el texto, el trabajo no solo no es una maldición, sino que ya existía en un mundo libre de pecado (Génesis 2:15). Por tanto, cuando trabajamos, debemos trabajar para la gloria y la honra de Dios; debemos ejercer las habilidades que Él nos ha dado y reforzarlas; y debemos hacer todo nuestro trabajo con un espíritu dispuesto y un corazón apasionado.
LAS MUCHAS FACETAS DEL TRABAJO
“Es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor” (Eclesiastés 3:13).
Generalmente, la respuesta a la pregunta “¿Qué eres?” tiene que ver con nuestro trabajo: “soy agricultor”; “soy panadero”; “soy ama de casa”; “soy abogada”; … En ocasiones, el trabajo es simplemente nuestra forma de conseguir dinero para vivir. En otras, es una vocación, o una manera en la que podemos utilizar nuestros conocimientos o facultades de una manera provechosa. Una parte importante de la educación es ayudar a los alumnos a descubrir para qué tipo de trabajo están mejor capacitados. Para los cristianos, el trabajo va más allá. Es una forma de recibir las bendiciones divinas, y una oportunidad para ser útiles en este mundo y testificar de Su amor.
EL TRABAJO Y LA DISCIPLINA
“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10a).
En la Biblia, el trabajo se asocia con las manos. En realidad, incluso los trabajos más intelectuales necesitan del uso de las manos. Al leer estos textos, sustituye “manos” por “trabajo”.
• Deuteronomio 16:15. Dios bendice nuestro trabajo.
• Nehemías 6:9. Dios nos da las fuerzas y la salud para realizar nuestro trabajo.
• Proverbios 10:4. El trabajo realizado con diligencia prospera.
• Proverbios 21:25. El trabajo es una molestia para el perezoso.
• Eclesiastés 9:10. Debemos trabajar de acuerdo con nuestras fuerzas.
• Jeremías 1:16. Debemos evitar los trabajos que incitan a pecar, o son pecado.
• Efesios 4:28. El trabajo es una oportunidad para ayudar a los necesitados.
• 2 Tesalonicenses 3:10. El trabajo (remunerado o no) es una obligación moral.
EL TRABAJO Y LA EXCELENCIA
“Los que tenían más aptitudes artísticas que el resto de los trabajadores, hicieron el santuario” (Éxodo 36:8a DHHe).
A la hora de construir una tienda donde reunirse con Israel, Dios no se conformó con cualquier cosa. Exigió la excelencia. Dio a Moisés instrucciones muy detallas sobre la estructura del Santuario, los materiales a usar, y la forma concreta de cada mueble (unas 150 instrucciones precisas). También dotó con su Espíritu Santo a las personas capaces de llevar adelante la obra y de enseñar a otros a realizarla (Éxodo 31:3; 35:34; 36:2). Esta es una muestra que nos indica que a Dios le agrada el trabajo bien hecho, de acuerdo a nuestras posibilidades. Él espera que siempre nos desempeñemos de la mejor manera, aprovechando al máximo nuestros talentos, habilidades, tiempo y educación.
EL TRABAJO Y LA ESPIRITUALIDAD
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).
En Cristo somos nuevas criaturas (2ª de Corintios 5:17). Esto se manifiesta en todas las dimensiones de nuestra vida, incluyendo el trabajo. No podemos dejar nuestra fe a un lado cuando realizamos nuestro trabajo. El fruto del Espíritu manifestado en nuestras vidas nos permitirá realizar nuestro trabajo con la máxima dedicación y tratar a las personas con el máximo respeto y cariño (Gálatas 5:22-23). De forma inevitable, los que nos rodean verán algo distinto en la forma en la que nos desempeñamos en nuestras tareas cotidianas, dándonos oportunidad de testificar de nuestra fe.
EL TRABAJO Y LA MAYORDOMÍA
“No hay cosa mejor para el hombre, sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios” (Eclesiastés 2:24).
Como cristianos somos llamados a ejercer la mayordomía y la templanza en todas las áreas de nuestra vida. Cualquiera que sea nuestra situación, debemos aprender a poner el trabajo en su perspectiva adecuada. Debemos buscar un equilibrio entre el trabajo, la familia, la vida espiritual y el ocio. Sin olvidar en ningún momento que Dios debe estar presente en cada una de estas facetas de nuestra vida. Por ello, no debemos hacer del trabajo un ídolo, ni separarlo de nuestra vida espiritual. Nuestra relación con Dios no debe ser interrumpida por nuestro trabajo, nuestra relación familiar o nuestro ocio.
Nota de EGW: “Cualquiera que sea el ramo de trabajo en el cual nos ocupemos, la Palabra de Dios nos enseña a ser “en lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos 12:11). “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10), “sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:24)”. (Palabras de vida del Gran Maestro, pg. 281).