Versículo para memorizar: Isaías 60:3. “Y andarán las naciones a tu luz, y
los reyes al resplandor de tu nacimiento”.
Los capítulos 59 al 61 de Isaías nos hablan de la tendencia humana al pecado y sus consecuencias. También nos hablan de la tendencia divina al perdón y del plan de salvación. Igualmente nos presentan el llamamiento universal al arrepentimiento –tanto por parte de Dios como de su pueblo–, y las consecuencias de rechazarlo.
LOS EFECTOS DEL PECADO (ISA. 59)
“pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2).
Ante la pregunta “¿Por qué […] no hiciste caso; […] y no te diste por entendido?” (Isaías 58:3), Dios responde: “no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír” (Isaías 59:1). A continuación (v. 2), aclara que el problema no está en Dios, sino en el hombre. El pecado crea una separación entre Dios y el hombre. Ante esta separación, el hombre huye alejándose de Dios, y entregándose más y más al pecado (Génesis 3:8). Mientras sigamos arraigados en nuestros pecados y no queramos ir hacia Dios (es decir, escuchar la voz suplicante del Espíritu Santo), seguirá existiendo una barrera infranqueable entre Dios y nosotros.
¿QUIÉN ES PERDONADO? (ISA. 59:15–21)
“Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová” (Isaías 59:20).
¿En qué se basa la Redención?
• Si la base es dejar la iniquidad, es decir, dejar de pecar: Tengo un grave problema, pues “no hay quien haga lo bueno” (Romanos 3:12).
• Si la base es aceptar el ofrecimiento del perdón dado por Dios: Estamos en el buen camino (Isaías 1:18; Jeremías 31:34). Además, ¡es gratis! (Romanos 3:24).
¿Qué significa volverse de la iniquidad?
Por supuesto, para aceptar el perdón debe existir arrepentimiento y deseo de abandonar el pecado (Hechos 3:19). La fe por la que somos salvos se manifiesta por nuestras obras (Santiago 2:18).
LLAMADO UNIVERSAL (ISA. 60:1, 2)
“Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Isaías 60:3)
Los que hemos sido iluminados por la luz de la Redención, debemos reflejar esa luz, e iluminar al mundo con ella (Mateo 5:14).
• Noé fue “pregonero de justicia” para el mundo antediluviano (2P. 2:5)
• El pacto de Dios con Abraham incluía una bendición para todas las naciones (Gn. 22:18)
• Jesús designó a la iglesia para que llevase el evangelio “hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8)
A todos los que acepten la Redención, Dios les hace esta promesa: “El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria” (Isaías 60:19)
“EL AÑO DE LA BUENA VOLUNTAD DE JEHOVÁ” (ISA. 61:2)
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí” (Isaías 61:1).
¿En qué consiste la obra del Mesías durante “el año de la buena voluntad de Jehová”?
• Predicar buenas nuevas a los abatidos.
• Vendar a los quebrantados de corazón.
• Publicar libertad a los cautivos.
• Publicar a los presos apertura de la cárcel.
• Consolar a todos los enlutados.
• Dar a los afligidos de Sion:
o Gloria en lugar de ceniza.
o Óleo de gozo en lugar de luto.
o Manto de alegría en lugar del espíritu angustiado.
¿Era esta obra exclusiva de Jesús (Lucas 4:16-21), o también es nuestra labor anunciar “el año de la buena voluntad de Jehová”?
“EL DÍA DE VENGANZA DEL DIOS NUESTRO” (ISA. 61:2)
“a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro” (Isaías 61:2).
En Nazaret, Jesús detuvo la lectura de Isaías justo antes de hablar del día de venganza. ¿Por qué? La obra de Jesús en ese momento no era juzgar al mundo (Juan 12:47). La venganza debía esperar. Igualmente, no es ahora el momento de esperar que se cumpla la justicia, sino que se nos invita a dejar la venganza en manos de Dios (Romanos 12:20). Porque llegará el día en que Dios tomará venganza de sus enemigos y ejecutará justicia (Is. 63:4; Nah. 1:9; 2Ts. 1:8; Ap. 19:15). Y lo hará con completa equidad, de modo que toda rodilla se doblará reconociendo la justicia divina (Is. 45:23; Fil. 2:9-11).
Nota de EGW: “¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están llenos de odio hacia Dios y a la verdad y a la santidad alternar con los ejércitos celestiales y unirse a sus cantos de alabanza? ¿Podrían soportar la gloria de Dios y del Cordero? No, no… Una vida de rebelión contra Dios los ha inhabilitado para el cielo. La pureza, la santidad y la paz que reinan allí serían para ellos un tormento… La suerte de los malos queda determinada por la propia elección de ellos. Su exclusión del cielo es un acto de su propia voluntad y un acto de justicia y misericordia por parte de Dios” (El conflicto de los siglos, pg. 531).
