Hacer amigos para Dios – Compartir la palabra

Versículo para memorizar. Isaías 55:11. “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”.

Jesús dijo de las Escrituras: “ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). A través de toda la Biblia podemos encontrar a Jesús. Por eso decimos de ella que tiene poder. Es el medio por antonomasia a través del cual Dios ha decidido darse a conocer. No es un libro para ser leído, sino para ser “comido” (Ezequiel 3:3). Debemos dejar que penetre en nosotros, nos transforme y nos de poder para compartir con otros su mensaje principal: el amor y el carácter de Jesús.

SÍMBOLOS DE LA PALABRA DE DIOS

“Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmos 119:105 NVI).

En la propia Biblia encontramos diversos símbolos a través de los cuales descubrimos algunas de sus cualidades.

• Luz. Las mentes oscurecidas son iluminadas. Salmo 119:105.
• Fuego. Consume la escoria de nuestro pecado. Jeremías 23:29a.
• Martillo. Rompe nuestros duros corazones. Jeremías 23:29b.
• Semilla. Implanta en nosotros vida que da fruto para el Reino de Dios. Lucas 8:11.
• Pan. Satisface el hambre del alma y nutre nuestro espíritu. Mateo 4:4.

Al escudriñarla, la vida será transformada por su bondad, encantada por su amor, asombrada por su gracia y satisfecha por su presencia.

EL PODER CREADOR DE LA PALABRA DE DIOS

“Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12 NVI).

En el principio, Dios “dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió” (Salmos 33:9). El mismo poder de la Palabra Creadora de Dios reside en su Palabra Escrita, la Biblia. El mismo Espíritu que estuvo activo en la Creación estuvo activo en la inspiración de las Escrituras. Cuando leemos la Biblia permitiendo que el Espíritu Santo actúe en nuestra vida, tiene el poder de hacer de nosotros una nueva creación. Cuando ayudamos a otros a comprender su contenido, el Espíritu Santo también cambiará sus vidas.

LOS BENEFICIOS DE ESTUDIAR LA PALABRA DE DIOS

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2ª de Timoteo 3:16).

¿Cuáles son algunos de los muchos beneficios que la Biblia aporta a nuestra vida?

• 2ª de Pedro 1:4. Nos hace participar de la naturaleza divina.
• Santiago 1:21. Salva nuestras almas.
• Hechos 20:32. Nos da una herencia entre los santificados.
• 2ª de Timoteo 3:15, 17. Nos hace sabios, perfectos y preparados para toda buena obra.
• 2ª de Timoteo 3:16.

 Enseña. Revela la verdad y expone el error.
 Redarguye. Reprende nuestros pecados.
 Corrige. Modifica nuestros errores.
 Instruye. Nos revela la justicia de Cristo.

APLICAR LA PALABRA DE DIOS

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

La Biblia contiene más de 3.000 promesas. Cada una es un compromiso que Dios hace con cada uno de nosotros, y que Él nos invita a reclamar. A través de ellas podemos ver la preocupación de Dios por nuestras necesidades físicas y espirituales. Cuando al fin nos encontremos cara a cara con Él podremos exclamar “ninguna palabra de todas sus promesas […] ha faltado. (1R. 8:56). Pero las promesas no son incondicionales. La falta de fe puede anularlas (Hebreos 4:2). Cuando por fe reclamamos las promesas de la Palabra de Dios y las creemos porque Cristo lo ha prometido, las bendiciones de esas promesas se hacen nuestras.

COMPARTIR LA PALABRA

“Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios” (Isaías 50:4).

Al estudiar la Biblia cada día, Dios “despierta” nuestro oído y nos da sabiduría. También nos da “lengua de sabios” para que podamos compartir las buenas nuevas con los demás. La Palabra de Dios atesorada en nuestro corazón no puede quedar encerrada. El gozo de la salvación nos lleva a aprovechar toda oportunidad para compartir el mensaje con aquellos que aún no lo conocen. Pablo nos transmite este solemne encargo: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar” (2Tim. 4:2 NVI).

Nota de EGW: “La educación que puede obtenerse por el escudriñamiento de las Escrituras, es un conocimiento experimental del plan de la salvación. Tal educación restaurará la imagen de Dios en el alma. Fortalecerá y vigorizará la mente contra la tentación, y habilitará al estudiante para ser un colaborador de Cristo en su misión de misericordia al mundo. Lo convertirá en un miembro de la familia celestial, y lo preparará para compartir la herencia de los santos en luz” (Palabras de vida del gran Maestro, pg. 24).