Esdras y Nehemías – La lectura de la Palabra

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Versículo para memorizar. Nehemías 8:8. “Y leían en el libro de la Ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que
entendiesen la lectura”.

El capítulo 8 de Nehemías narra la reunión del pueblo para escuchar la Palabra de Dios. Concretamente, siguiendo las instrucciones de Moisés (Deuteronomio 31:11), se leyó “la Ley” –es decir, el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Esta lectura, acompañada de la correspondiente explicación, produjo un reavivamiento entre el pueblo de Israel.

EL PUEBLO SE CONGREGA

“Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo” (Nehemías 8:2).

El primer día del séptimo mes del calendario judío correspondía al día de año nuevo (civil). Ese día se celebraba la fiesta de las trompetas (Levítico 23:24). En el séptimo mes, se celebraba también el Día de la Expiación, el día 10 (Levítico 23:27), y la Fiesta de las Cabañas, el día 15 (Levítico 23:34). El pueblo de Israel sintió la necesidad de consagrarse a Dios en ese nuevo año. Para ello, construyeron una plataforma muy alta y pidieron a Esdras que trajese el libro de la Ley y lo leyese.

LEER Y ESCUCHAR LA LEY

“Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley” (Nehemías 8:3).

Durante muchos años, Esdras había instruido al pueblo en la Palabra de Dios (Esdras 7:25). El muro de Jerusalén había sido terminado y el pueblo gozaba de tranquilidad. Ahora, como fruto de la enseñanza previa de Esdras, el pueblo sintió la necesidad de escuchar la Palabra. Hombres, mujeres y niños (todos los que podían entender) escucharon la historia de la fidelidad de Dios, y cómo había conducido al pueblo de Israel y les había dado leyes justas y una tierra donde habitar.

LECTURA E INTERPRETACIÓN DE LA PALABRA

“Ellos leían con claridad el libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se comprendiera su lectura” (Nehemías 8:8 NVI).

Había dos grupos de 13 instructores cada uno:

• Los que leían (v. 4). Leían el texto en hebreo (idioma original) y, seguramente, lo traducían al arameo (idioma que hablaba el pueblo).
• Los que interpretaban (v. 7). Mezclados entre el pueblo, explicaban con claridad lo que se había leído.

La lectura duró toda la mañana (unas 5 o 6 horas). Nadie se quejó por lo largo del acto. Todos estaban disfrutando escuchando la Ley. Lo mejor fue que todos pudieron entender por sí mismos la Palabra de Dios.

LA RESPUESTA DEL PUEBLO

“Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10).

La lectura de la Palabra causó un hondo sentimiento de pecaminosidad en el pueblo. Lloraron al sentir su indignidad ante Dios y su incapacidad para mejorar su situación. Pero los dirigentes los animaron diciéndoles que, al arrepentirse, Dios escucha y perdona. Por ello, debían regocijarse en la bondad divina: “porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (v. 10). Celebraron juntos una gran comida a la que invitaron a aquellos que no habían preparado nada. Descubrir el gozo del Evangelio nos impulsa a compartirlo con los demás.

EL GOZO DEL SEÑOR

“Y hallaron escrito en la ley que Jehová había mandado por mano de Moisés, que habitasen los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta solemne del mes séptimo” (Nehemías 8:14).

Después de la reunión, los dirigentes pidieron a Esdras que les explicase más detenidamente la Palabra de Dios. Comprendían que no podían dirigir correctamente al pueblo si no entendían la voluntad de Dios. Conforme descubrieron los requisitos divinos, se dispusieron a obedecerlos. Cuando hallaron que el día 15 debían celebrar la fiesta de las Cabañas, se lo comunicaron inmediatamente al pueblo. De este modo celebraron la fiesta más gozosa de todas. Al recordar los actos de misericordia, gracia y salvación de Dios, el pueblo debía regocijarse por lo que el Señor había hecho por él.

Nota de EGW: “Los ministros del evangelio deben hacer de la verdad de Dios el tema de su estudio, meditación y conversación. La mente que se espacia mucho en la voluntad de Dios revelada al hombre, será fuerte en la verdad. Los que leen y estudian con el ferviente deseo de tener luz divina, sean ministros o no, no tardarán en descubrir en las Escrituras una belleza y armonía que cautivarán su atención, elevarán sus pensamientos y les darán una inspiración y una energía de argumentos que les harán poderosos para convencer y convertir las almas”. (Testimonios para la iglesia, tomo 4, pg. 518).

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