El libro de Job – La ira de Eliú

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Versículo para memorizar. Isaías 55:9. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”escuela-sabatica-4to-trimestre-2016

Continúa la batalla verbal entre Job y estos tres hombres, con palabras que son profundas, hermosas, sólidas y verdaderas. Pero, estas palabras no lo hacían en el lugar oportuno, momento preciso, o circunstancias adecuadas.

Proverbios 25:11-13
“Manzana de oro con figuras de plata
es la palabra dicha como conviene.
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino
es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
Como frío de nieve en tiempo de la siega,
así es el mensajero fiel a los que lo envían,
pues al alma de su señor da refrigerio”.

Y un nuevo hombre aparece en escena: Eliú

CONSOLADORES MISERABLES.

“Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia” (Job 28:28).

El combate verbal continúa. Hemos visto los diálogos de Elifaz, Bildad y Zofar, y ninguno abandonó su conclusión de que la gente recibe lo que merece en la vida. Entonces lo que le sobrevino a Job, tenía que ser el justo castigo por sus pecados. Mientras, Job sigue lamentándose, y seguro de que no merecía ese sufrimiento. Ninguno comprendió lo que sucedía, estaban limitados en su entendimiento. Si podemos obtener alguna lección del libro
de Job es que, como humanos, necesitamos humildad al hablar de Dios y del modo en que actúa. Podemos conocer alguna verdad, o mucha verdad, pero a veces no necesariamente sabemos la mejor manera de aplicar las verdades que sabemos.

LA ENTRADA DE ELIÚ.

 “Entonces Eliú hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios” (Job 32:2).

Job repite su argumento: “No merezco lo que me ha ocurrido”. Y se pregunta: ¿Por qué?
Y en el capítulo 31 se terminan sus palabras.
Entonces aparece Eliú, que seguramente había escuchado parte de las largas discusiones anteriores, y se encendió su “ira”. Eliú no estaba satisfecho con las respuestas que oyó durante la parte de los discursos que pudo oír y procuró dar su explicación sobre lo que él comprendía de los temas que todos esos hombres habían analizado a causa de la calamidad que cayó sobre Job. Eliú tenía una distorsión de la verdadera posición de Job.

ELIÚ DEFIENDE A DIOS.

“Porque él pagará al hombre según su obra, Y le retribuirá conforme a su camino” (Job 34:11).

Algunos autores ven en Eliú un cambio importante de dirección del dialogo, pero es difícil verlo. Es más, en su mayor parte, parece que presenta los mismos argumentos que los otros tres habían dado en su intento de defender el carácter de Dios, en contra de la acusación de injusticia con respecto a los sufrimientos de Job.
Lo que se pude ver en Eliú, y en los otros tres hombres es temor: el temor de que Dios no sea como ellos creen que es. Eliú está tratando de protegerla idea o comprensión que tiene el mismo respecto a Dios, en contra del mal tan terrible que le había sobrevenido a Job. Todos están en una actitud defensiva frente a sus propios pensamientos de cómo es Dios.

LA IRRACIONALIDAD DEL MAL.

“Perfecto eras en todos tus caminos desde el en día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:15).

Estos cuatro hombres, creyentes en un Dios de justicia, se encontraban en un dilema: cómo explicar la situación de Job de una manera racional y lógica, que fuera consistente con su comprensión del carácter de Dios. Intentando ser racionales terminaron en una posición equivocada.

Nota de EGW: “Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón de su existencia. […] El pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso
e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser pecado” (CS 546).

Job y sus amigos no encontraron sentido a todo lo que estaba sucediendo, ya que el mal mismo no tiene sentido.
En Ezequiel 28:12-17, vemos a un ser perfecto,  creado por un Dios perfecto, en un ambiente perfecto. Es exaltado, lleno de sabiduría, bello y cubierto de piedras preciosas; es un “querubín cubridor”, que estuvo en el “santo monte de Dios”. Y, no obstante, habiendo recibido tanto, este ser se corrompió y permitió que el mal lo dominara. El mal es irracional e inexplicable.

EL DESAFÍO DE LA FE.

“Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.” (Apocalipsis 12:12).

Todos estos debates acerca del mal que afectó a Job, ninguno analizó el papel del diablo: la causa directa de todos sus males. No era su mal el que le produjo el sufrimiento a Job; sino que la bondad de Job hizo que Dios lo señalara ante el diablo. Cualquiera que sea el bien que resultó de lo que le pasó a Job, ¿valían la pena la muerte de todas esas personas y el sufrimiento de Job? Si nosotros tenemos tantas preguntas, imagina todas que debió de haber tenido Job. lecciones más importantes del libro de Job: la de vivir por fe, no por vista; confiar en Dios y permanecer fieles a él, aun cuando no podamos explicar las cosas que nos suceden. No vivimos por fe cuando todo está racionalmente explicado. Vivimos por fe cuando confiamos y obedecemos a Dios, como Job, aunque no tenga sentido lo que sucede a nuestro alrededor. No debemos racionalizarlo todo y pensar que nuestro conocimiento lo puede explicar todo.

Nota de EGW: ““Cuando nosotros mismos nos encargamos de manejar las cosas que nos conciernen, confiando en nuestra propia sabiduría para salir airosos, asumimos una carga que él no nos ha dado, y tratamos de llevarla sin su ayuda. […] Cuando creamos realmente que Dios nos ama y quiere ayudarnos, dejaremos de acongojarnos por el futuro. Confiaremos en Dios así como un niño confía en un padre amante. Entonces, desaparecerán todos nuestros tormentos y dificultades; porque nuestra voluntad quedará absorbida por la voluntad de Dios” (DMJ 85).

Cuando Eliú entra en la escena, parece que con él llegará una brisa de aire fresco. Él es joven y está enojado, esperando que llegue su turno de hablar. Sin embargo, también carece de humildad y, al final del día, sus palabras no son diferentes de las de los otros amigos de Job. El mal sigue siendo inexplicable, y solo una fe humilde puede darnos esperanza.

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