Preparación para el tiempo del fin – Mateo 24 y 25

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Versículo para memorizar. Mateo 24:24. “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y
prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”

En Mateo 24 y 25, Jesús revela importantes verdades sobre el fin de los tiempos y sobre cómo prepararse. En un sentido, estos capítulos contienen lo que Cristo enseñó sobre los acontecimientos finales. Al mismo tiempo, al contemplar el futuro más inmediato, él ve la destrucción inminente de Jerusalén, una tragedia de proporciones catastróficas para su pueblo. En Mateo 25 contó parábolas que, si se las atiende, prepararán a su pueblo para cuando venga el “Hijo del Hombre”. Sí, vendrán tiempos difíciles, pero el Señor preparará a un pueblo con el que se encontrará cuando regrese.

UNA CONFIRMACIÓN PODEROSA DE LA PROFECÍA.

“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3).

En los últimos días antes de la muerte de Jesús en la cruz, los discípulos hablaron con él en el Monte de los Olivos. Imagínate escuchar a Jesús decir que el Templo será destruido. Nadie sabe exactamente lo que pasó por la mente de los discípulos, pero las preguntas que hicieron más adelante indican que relacionaron la destrucción del Templo con “el fin del mundo”. Desde la época de Cristo, en varias oportunidades de la historia de la Tierra, la gente puso su esperanza en cosas que creía que eliminarían, o al menos reducirían en gran medida, los sufrimientos y la aflicción de la humanidad. Ya sea que se tratara de movimientos políticos o de tecnología, o de ciencia o de razón, en un momento u otro, la gente ha puesto gran esperanza en que estas cosas inaugurarían una utopía aquí en la Tierra. Como ha demostrado una vez más el doloroso testimonio de la historia, estas esperanzas siempre han resultado ser infundadas. El mundo de hoy es exactamente como Jesús dijo que sería. Las palabras de Cristo, pronunciadas hace casi dos mil años, demuestran cuán equivocadas son esas esperanzas.

RESISTIR HASTA EL FIN.

“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.”. (Mateo 24:9).

La preocupación de Cristo por su pueblo en el tiempo del fin incluye un engaño mundial que hace que las naciones se opongan a la fe verdadera e impongan una falsa adoración al mundo. Todos los que fortifican su mente con las verdades bíblicas no serán arrastrados por ninguno de los engaños del tiempo del fin. Tienen que estar cimentados en lo que es la verdad para este tiempo; de lo contrario, los engaños los abrumarán. Es muy importante estar cimentados intelectualmente en la Palabra de Dios, pero, según Jesús, eso todavía no es suficiente para poder permanecer firmes en medio de las pruebas que enfrentaremos. Tenemos que hacer lo
que aprendimos; es decir, tenemos que obedecer la verdad como es en Jesús.

LA “ABOMINACIÓN DESOLADORA”

“Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),” (Mateo 24:15).

Dios llamaba “abominación” a las graves violaciones de su Ley, como la idolatría (Deut. 27:15) o las prácticas sexuales inmorales (Lev. 18:22). Por lo tanto, esta “abominación desoladora” implicaba una especie de apostasía religiosa. la predicción de Jesús incluye, en un sentido más inmediato, la terrible destrucción que vendría sobre Jerusalén en el año 70 d.C., cuando la Roma pagana destruiría no solo la ciudad, sino también el templo sagrado. Sin embargo, hay un segundo cumplimiento de esta profecía, la “abominación desoladora” aparece en relación con la última fase de Roma, la fase papal, en la que se establece un sistema alternativo de mediación y salvación, que busca usurpar lo que Cristo hizo y hace por nosotros en el Santuario celestial.

LAS DIEZ VÍRGENES.

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.” (Mateo 25:1-4).

Las diez vírgenes tenían lámparas y todas salieron al encuentro del novio, lo que significa que todas estaban esperando su venida. Hubo un retraso, y todas las que creían en su venida se durmieron. De repente, en la oscuridad de la noche, todas se despertaron: venía el novio. Las vírgenes insensatas se sobresaltaron: la llegada del novio las encontró desprevenidas. ¿Por qué? Una versión dice que “nuestras lámparas se apagaron”. Otras versiones, fieles al original griego, dicen que las lámparas “se están apagando”. Todavía había una llama parpadeante. Todavía tenían un poco de aceite, pero no lo suficiente como para estar preparadas para encontrarse con Cristo. Estas vírgenes representan a los cristianos que esperan que Cristo regrese, pero tienen una experiencia superficial con él. Tienen un poco de aceite, el Espíritu obra de algún modo en su vida, pero es solo un parpadeo; están satisfechos con poco cuando necesitan mucho.

Nota de EGW: “El Espíritu obra en el corazón del hombre de acuerdo con su deseo y consentimiento, implantando en él una nueva naturaleza. Pero, las personas representadas por las vírgenes fatuas se contentaron con una obra superficial. No conocen a Dios. No han estudiado su carácter; no han mantenido comunión con él. Por lo tanto, no saben cómo confiar, cómo mirar y vivir. Su servicio a Dios degenera en formulismo” (Palabras de vida del gran maestro, pg.338).

DE QUÉ MODO USAR TUS TALENTOS.

“Porque el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.” (Mateo 25:24-15).

Así como el aceite representa al Espíritu Santo para las diez vírgenes, las “monedas de oro” (Mat. 25:15, NVI) representan talentos, que es la palabra griega (talanta) en el idioma original. Todos los siervos de la parábola habían recibido bienes de su señor. Observa, además, que eran bienes del amo, que les fueron confiados “a cada uno conforme a su capacidad”. Los dones que recibieron fueron dados en fideicomiso; en realidad, estos siervos eran mayordomos de lo que no poseían, eran responsables. Por eso, cuando el señor regresó, “arregló cuentas con ellos”. Los dones espirituales provienen del Espíritu Santo. Hay una buena noticia para quienes piensan que tienen el don menor. Los dones nunca se reciben sin recibir también al Dador. Por lo tanto, estas personas reciben su don al recibir el mayor don: el Espíritu Santo. Los dones ya son nuestros en Cristo, pero nuestra posesión real depende de la recepción del Espíritu Santo y de nuestra entrega a él. Aquí es donde el siervo infructuoso cometió el error. Se le había dado un don, pero no hizo nada con él. No desarrolló su don. No hizo un esfuerzo para tomar lo que había recibido de gracia para hacer algo con ello.

Nota de EGW: “‘El que es confiable en lo poco, también lo es en lo mucho’ (Luc. 16:10). La importancia de las cosas pequeñas es, a menudo, menospreciada a causa de su pequeñez; pero ellas proveen una gran parte de la actual disciplina de la vida. En realidad, no hay nada que no sea esencial en la vida cristiana. El edificio de nuestro carácter se verá́ lleno de riesgos si menospreciamos la importancia de las cosas pequeñas” (Palabras de vida del gran maestro, pg.290).

Las palabras de Jesús antes de su crucifixión son serias advertencias de juicio que atañen al tiempo del fin y al destino del mundo entero.

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