Las etapas familiares – Tiempo de dificultades

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Versículo para memorizar. Efesios 4:26. “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”.

Como una guía fiable de conducta para nuestra vida, la Biblia nos proporciona valiosos consejos sobre la resolución de conflictos interpersonales. Es este tipo de conflictos los que, en ocasiones, causan dificultades dentro del hogar. Por ello, analizaremos pasajes bíblicos que nos ayudarán a prevenir y resolver los conflictos entre los miembros de la familia.

LOS CONFLICTOS

“¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5).

Antes de corregir los defectos de los demás, debemos entender que nuestros propios defectos son mayores, y necesitamos resolverlos. Criticar las faltas de los demás no resuelve problemas, solo los crea.

“La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa” (Proverbios 19:11).

Cuando te sientas ofendido, párate a pensar: ¿Vale la pena iniciar un conflicto por esto? Reflexiona sobre lo ocurrido, comparte tus sentimientos de forma positiva, y propón una solución que tenga en cuenta lo mejor para todos.

“Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla” (Proverbios 17:14 NVI).

Antes de iniciar un conflicto, piensa en las consecuencias que puede tener dentro de dos o tres días. ¿Y dentro de un año o dos? Piensa cuántos matrimonios han tenido dificultades por cuestiones que hoy parecen triviales.

ALGUNOS PRINCIPIOS PARA EL MATRIMONIO

“Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Romanos 14:19).

Podemos prevenir conflictos siguiendo estos dos sencillos consejos:

• Hacer todo lo que ayude a crear paz y armonía en el hogar.
• Buscar la forma de alentar el crecimiento personal del otro.

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).

Debes aprender a perdonar, especialmente cuando piensas que tu cónyuge no lo merece, del mismo modo que Cristo te ha perdonado a ti.

“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Debemos aceptarlo: nuestro cónyuge es un pecador y, como tal, tiene defectos. Acéptale como Cristo le acepta. Con oración, buscad juntos el crecimiento en la santidad.

“no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:4).

No busques tu propio bien. Busca primero el bien de tu cónyuge. Lo que es bueno para él o ella, es bueno para ti.

EL PAPEL DEL ENOJO EN LOS CONFLICTOS

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26-27).

¿Cuándo se convierte la ira en pecado? Una ira injusta, nacida de nuestro propio egoísmo, es un pecado contra aquel sobre quien la derramamos. La ira justa, mantenida en el tiempo, se convierte en rencor. Esto también es pecado. El apóstol nos invita a no retener nuestra ira, sino a resolver el conflicto antes de acabar el día. Quizá tengas una buena razón para estar enojado, pero no la utilices como excusa para seguir así. Ora por los que te lastiman y te hieren, perdónalos y conviértete en una bendición para ellos.

CONFLICTO, ABUSO, PODER Y CONTROL

“Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” (Colosenses 3:19).

Hay personas que tienen un concepto erróneo del amor. Piensan que aman tanto a su pareja que tienen que imponer su criterio para que ella sea feliz, usando la violencia o cualquier tipo de abuso para lograrlo. Pero el verdadero amor, el que procura imitar al amor de Dios, no es impositivo ni violento. No se enoja fácilmente. No guarda rencor. No se deleita en lo malo. Siempre protege (1Co. 13; 1Jn. 4:7-8). Cuando el verdadero amor impera, y el servicio recíproco es la norma, ambas partes se sienten protegidas y seguras.

PERDÓN Y PAZ

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).

El apóstol Pablo nos invita a estar en paz con todos, en lo que dependa de nosotros (Romanos 12:18). ¿Qué relación tiene esto con el perdón? Si somos los causantes del problema, debemos reconocer nuestra culpabilidad y pedir sinceramente perdón. Si otro nos ha ofendido, debemos perdonarle, aun cuando no nos pida perdón. Si Dios nos ha perdonado tanto, ¿cómo no debemos nosotros perdonar a los demás (Mateo 18:21-35)? Siempre ha de ser nuestro objetivo restaurar la relación rota, y restablecer así la paz.

Nota de EGW: “Si se cumple la voluntad de Dios, ambos esposos se respetarán mutuamente y cultivarán el amor y la confianza. Cualquier cosa que habría de destruir la paz y la unidad de la familia debe reprimirse con firmeza, y debe fomentarse la bondad y el amor. El que manifiesta un espíritu de ternura, tolerancia y cariño notará que se le trata con el mismo espíritu. Donde reina el Espíritu de Dios, no se hablará de incompatibilidad en la relación matrimonial. Si de veras se forma en nosotros Cristo, esperanza de gloria, habrá unión y amor en el hogar. El Cristo que more en el corazón de la esposa concordará con el Cristo que habite en el del marido. Se esforzarán juntos por llegar a las mansiones que Cristo fue a preparar para los que le aman” (Consejos para la iglesia, pg. 235).

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