Hacer amigos para Dios – El poder del testimonio personal

Versículo para memorizar. Hechos 4:20. “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.

¿Qué es el testimonio personal? Es compartir con otros lo que Jesús ha hecho en nuestra vida, cómo nos ha transformado. Es contar sobre la asombrosa gracia de Dios y cuán agradecidos estamos por la salvación que nos ofrece. Es hablar de cuánto me ama Jesús y cuánto lo amo yo a Él.

LOS TESTIGOS MENOS PENSADOS

“Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban” (Marcos 5:20).

Decápolis era una liga de diez ciudades cercanas al Mar de Galilea, unidas por una cultura grecorromana (no judía). Al llegar Jesús al lugar, el único que lo recibió fue un violento endemoniado, al cual Jesús liberó de los demonios que lo atormentaban. Restaurado física, mental, emocional y espiritualmente, el ex-endemoniado quiso permanecer al lado de Jesús.
Pero Jesús lo escogió como su primer misionero. Su misión era sencilla: contar lo que Jesús había hecho con él. Como resultado de su testimonio, meses después se reunió una gran multitud para escuchar personalmente a Jesús (Marcos 8:1-10).

PROCLAMANDO AL CRISTO RESUCITADO

“Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando” (Marcos 16:10).

Para María, el domingo de resurrección supuso un cambio de la tristeza a la alegría, del llanto al gozo, de la desesperanza a la esperanza. Su encuentro con Jesús la desbordó. No podía dejar de correr para contarle a todos las buenas nuevas. Después de encontrarnos con Jesús, nosotros también debemos correr para contar nuestra experiencia, porque las buenas noticias son para compartir. Sin embargo, nadie la creyó (Marcos 16:11). Tampoco deberíamos sorprendernos si los demás tampoco aceptan nuestras palabras de inmediato. ¡Con el tiempo, todos ellos creyeron!

LAS VIDAS TRANSFORMADAS MARCAN LA DIFERENCIA

“porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20).

La transformación de los apóstoles fue tan radical que incluso sus enemigos reconocieron que habían estado con Jesús (Hechos 4:13).

• Pedro. De autosuficiente a Cristo-dependiente
• Juan. De hijo del trueno a apóstol del amor
• Tomás. De incrédulo a creyente

Cada uno tuvo una experiencia distinta, un testimonio particular que no podía dejar de transmitir. Al igual que ellos, cuando somos transformados por Jesús no podemos dejar de compartirlo, aún en medio de las dificultades.

COMPARTIR NUESTRA EXPERIENCIA

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

La de Pablo es una de las conversiones más espectaculares. La visión de Jesús resucitado provocó un cambio radical en su vida. Pero, cuando daba su testimonio, no se limitaba a hablar de cómo había sido y cuánto había cambiado. Hablaba también de todo lo que Dios seguía haciendo en su vida, ya que su conversión era diaria: “cada día muero” (1ª de Corintios 15:31). Testificar no es hablar de nosotros, sino hablar de Dios; de Su perdón de pecados; de Sus bendiciones diarias; de Su inagotable gracia; de Su amor eterno… (Sal. 103:3; Lam. 3:23; Jn. 1:16; Jer. 31:3).

EL PODER DE UN TESTIMONIO PERSONAL

“Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26:28).

Herodes Agripa II fue criado en Roma bajo el amparo del emperador Claudio. Cuando le asignaron el principado de Calcis y la supervisión del templo de Jerusalén, se mostró ante el pueblo como un fiel seguidor de las costumbres judías. Pablo trató a este gobernador escéptico con gran amabilidad, agradeciéndole la oportunidad de dar ante él su testimonio personal. Al ser interrumpido, Pablo decidió hacer un llamado personal al príncipe: “¿Crees?” (v. 27). Contar lo que Dios ha hecho en nuestra vida tiene un fuerte impacto en los demás. Podemos mostrarles lo que significa conocer a Jesús y ser redimidos por su sangre, y llevarlos a una entrega personal.

Nota de EGW: “Todos los que han gustado “la buena palabra de Dios, y las virtudes del siglo venidero” (Hebreos 6:5) tienen un trabajo que hacer en sus propios hogares y entre los vecinos. Se debe proclamar el Evangelio de salvación entre las gentes. Toda persona que ha sentido el poder de Cristo en su corazón se transforma en un misionero. A los amigos se les debe hablar del amor de Dios. Cada uno puede anunciar dentro de su propia iglesia lo que el Señor significa para él: su Salvador personal; este testimonio, presentado con sencillez, será de mayor provecho que el más elocuente discurso” (Consejos sobre la salud, pg. 32).