Apocalipsis – «Yo hago nuevas todas las cosas»

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Versículo para memorizar. Apocalipsis 21:5. “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las
cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”

Con una exclamación de júbilo, se anuncia en el Cielo el momento de ir a la Tierra a recoger a los invitados a las bodas del Cordero. Las escenas se suceden rápidamente: Jesús viene; Satanás es atado, y luego ataca por última vez; el mal es destruido para siempre; la tierra es renovada; y la nueva Jerusalén desciende majestuosa.

LA CENA DE BODAS DEL CORDERO

“Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero” (Apocalipsis 19:9).

Apocalipsis 6:10 dejó una pregunta sin responder: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. Apocalipsis 19:2 responde que Dios “ha juzgado […] y ha vengado la sangre de sus siervos”. Al finalizar el juicio, el Cordero se desposa con la novia, que está engalanada con “lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (v. 8). Como en otras partes de la Biblia, se usa la ciudad como representación de sus habitantes (Lucas 13:34). Los santos, vestidos con la justicia de Jesús que les ha sido imputada, son los invitados a la cena de las bodas que, con su presencia, engalanan la Nueva Jerusalén, la novia del Cordero (Ap. 21:9-10).

TERMINA EL ARMAGEDÓN

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército” (Ap. 19:19).

Jesús viene ahora a recoger a los que han aceptado la invitación a las bodas y llevarlos consigo al Cielo. A Juan se le presenta una escena atípica de la Segunda Venida: un caballo blanco; Jesús con ropa teñida de sangre, seguido por ángeles montados a caballo. Dos nombres lo identifican claramente: “EL VERBO DE DIOS” y “REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (v. 13 y 16). En el Cielo, en el desierto y en la cruz, Jesús derrotó a Satanás. Ahora lo derrotará nuevamente, junto con sus seguidores. Una simbólica cena para las aves representa el momento cuando Jesús “destruirá con el resplandor de su venida” a los infieles (2ª de Tesalonicenses 2:8).

EL MILENIO

“Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años” (Apocalipsis 20:2).

¿Qué ocurrirá durante el milenio?

• La tierra estará desolada (Jeremías 4:23-27; Isaías 6:11; Isaías 24:3).
• Satanás y sus ángeles serán atados (no podrán engañar a nadie; v. 3).
• Los justos reinarán con Cristo en el cielo (v. 4b).
• Los redimidos juzgarán tanto a ángeles como a hombres (v. 4a; Dn. 7:22; 1Co. 6:3).

• Segunda resurrección (todos los impíos; v. 5-6, 12).
• Satanás es soltado de su prisión, porque ya tendrá a quien engañar (v. 7).
• La Nueva Jerusalén desciende del Cielo (Ap. 21:2).
• Satanás reúne a los resucitados para atacar Jerusalén (v. 8-9).
• Los impíos son juzgados (v. 11-13).
• Toda rodilla se dobla ante Cristo (Filipenses 2:10-11).
• Satanás y los impíos son destruidos por fuego (v. 9-10, 14-15).

“UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA”

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1).

A Juan se le presenta la Tierra Nueva en términos de lo que habrá y no habrá:

NO HABRÁ:

• Mar (símbolo de la muerte y la separación).
• Muerte, llanto, clamor, dolor.
• Cobardes, incrédulos, abominables, homicidas, fornicarios, hechiceros, idólatras ni mentirosos.

HABRÁ:

• La Nueva Jerusalén.
• Consuelo para nuestras lágrimas.
• Agua de vida.
• La presencia de Dios.

Al fin, todos los interrogantes sobre la justicia de Dios habrán quedado resueltos y el dolor por la separación de los seres queridos habrá desaparecido. La felicidad reinará eternamente.

“Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme” (Isaías 60:21).

Nota de EGW: ““No puede haber dolor en la atmósfera del cielo. En el hogar de los redimidos no habrá lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni indicios de luto. “No dirá el morador: Estoy enfermo: el pueblo que morare en ella será absuelto de pecado”. Isaías 33:24. Nos invadirá una grandiosa ola de felicidad que irá ahondándose a medida que transcurra la eternidad” (Testimonios para la iglesia, tomo 9, p. 228).

LA NUEVA JERUSALÉN

“La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:23).

Aunque su descripción es evidentemente simbólica, la Nueva Jerusalén es una ciudad real. Es el hogar que Jesús fue a prepararnos (Juan 14:1-3), y donde moraremos durante el milenio. También será la capital de la Tierra Nueva. Su forma cúbica nos recuerda al Lugar Santísimo del Templo, indicando así que será la morada de Dios en persona (Ap. 22:3-4). Cada mes nos juntaremos para tomar del árbol de la vida, y cada sábado iremos a adorar juntos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo (Isaías 66:23).

 Nota de EGW: “El gran plan de la redención dará por resultado el completo restablecimiento del favor de Dios para el mundo. Será restaurado todo lo que se perdió a causa del pecado. No solo el ser humano, sino también la tierra, será redimida, para que sea la morada eterna de los obedientes. Durante más de seis mil años, Satanás ha luchado por mantener su dominio sobre la tierra. Pero se cumplirá el propósito original de Dios al crearla. “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”. Daniel 7:18” (Patriarcas y profetas, p. 311).

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