¿Qué significa el rhema de Dios?

Qué significa el rhema de Dios

¿Cuál es la diferencia entre “cabello” y “pelo”? ¿Entre “camino” y “sendero”? ¿Entre “comprender” y “entender”? ¿”Elevar” y “subir”? ¿”Entero” y “completo”? ¿”Extraño” y “raro”? ¿”Lanzar” y “arrojar”? ¿”Matrimonio” y “boda”? ¿”Matar y asesinar”? ¿”Parar” y “detener”?

Son sinónimos, pero una clase de sinónimos bastante difíciles de diferenciar. De hecho, son palabras que más que describir acciones u objetos diferentes, alcanzan a nutrir más el vocabulario y ofrecer variantes estilísticas y léxicas al locutor.

Es posible que pudiéramos encontrar alguna pequeña diferencia entre estas palabras, pero sería muy mínima. A grandes rasgos sus significados son prácticamente los mismos. 

Ahora bien, si yo saliese por allí organizando un movimiento basado en la diferencia entre “comer” e “ingerir”, es posible que tuviese razón pero, ¿es en realidad sustancialmente significativa la diferencia como para poder sustentar mi movimiento sobre esa base?

Algo similar es lo que parece haber sucedido con el llamado «rhema de Dios». Este es un término griego que se traduce como “palabra” en el Nuevo Testamento. El asunto detrás de esta palabra es que se ha levantado toda una tendencia religiosa, y más específicamente carismática, en torno a ella.

Esta tendencia observa una diferencia significativa entre la glosa de las palabras griegas logos y rhema. Ambas se traducen como “palabra”; sin embargo, sabemos que Logos tiene un abanico semántico mucho más extenso que rhema. 

Por ello estas personas consideran que siendo que logos se refiere al mensaje, a las escrituras, a la Palabra Divina objetiva y revelada, no tendría sentido que rhema se refiera a lo mismo. Según ellos asume un significado relacionado con la declaración hablada personal de la escritura. Con el poder que tiene en nuestros labios la confesión de la Palabra de Dios.

El rhema se trataría de una revelación subjetiva, particular, revelada directamente por el Espíritu, que se confiesa o se declara con fe resultando en bendiciones, sanaciones, prosperidad material, etc…

Puede ser dada a través de otra persona en la forma de un mensaje profético, puede ser producto de una iluminación especial en la meditación o reflexión personal, puede ser también básicamente la apropiación de alguna parte de la palabra logos expresándola como un rhema. 

Para ellos es esta palabra rhema la que tiene verdadero poder; es “la espada del Espíritu” (Efesios 6:17); y el logos solo tiene valor cuando es declarado por el creyente a manera de rhema.

Pero, ¿tiene esto alguna base bíblica? ¿Tiene algo de verdad más allá de las sensaciones agradables que genera creer tener poder creador en nuestras palabras?

¿Diferencia entre logos y rhema?

Uno de los peligros exegéticos siempre presentes en todas las épocas es inyectar en la Biblia nuestras propias presuposiciones, nuestros deseos y nuestras creencias preformadas. Por ello la sana exégesis procura (en la medida posible) desplazar estas preconcepciones para abordar la Biblia con apertura, a fin de descubrir el mensaje de Dios y no el nuestro.

En este sentido, será útil primeramente notar algunos pasajes donde distintos autores del NT usan el vocablo rhema, con la intención de examinar el significado que le dan, y si existe alguna diferencia sustancial con el uso del término logos.

Se alternan en el mismo contexto

Es bastante curioso notar las apariciones de rhema y logos en el mismo contexto, porque permite inferir que en la mente de los escritores bíblicos no hay diferencia de significado.

Uno de los más importantes es Mateo 12:32-37, donde Jesús dice que “a cualquiera que hable palabra [logos] contra el hijo del hombre” (v. 32) le será perdonado. Luego dice que de “toda palabra [rhema] ociosa que hablen los hombres” (v.36) tendrán que dar cuenta. Y culmina diciendo que “por tus palabras [logos] serás justificado, y por tus palabras [logos] serás condenado” (v. 37).

Esto indica que en el contexto Jesús usa de manera intercambiable ambos términos, logos y rhema, para referirse a las palabras que salen de la boca del hombre. 

Otros ejemplos los hallamos en Lucas 1:29 (logos) y 37 (rhema); Lucas 9:44 y 45 donde Jesús les dice a sus discípulos que capten sus palabras (logos), pero “ellos no entendían estas palabras” (rhema); en Lucas 20:20 los sacerdotes envían espías para sorprender a Jesús en alguna palabra (logos), pero ellos no pudieron sorprenderle en “palabra [rhema] alguna” (Lucas 20:26).

También en el evangelio de Juan Jesús amonesta a su audiencia porque no pueden escuchar su palabra (logos, 8:43), y luego reconoce que solo el que es de Dios puede oír las palabras (rhema, v. 47) de Dios.

En Juan 10:19 el autor dice que había disensión entre los judíos por las palabras (logos) de Jesús, pero luego otros contestan que esas palabras (rhema, v.21) de autoridad y sabiduría no pueden ser proferidas por un endemoniado.

Otro ejemplo muy significativo es Juan 12:47-48. Jesús dice que el que oye sus palabras (rhema) y no las guarda, el que no recibe sus palabras (rhema, v. 48), ya tiene quien le juzgue: la palabra que él ha hablado (logos) le condenará.

Finalmente, Pedro habla de la palabra (logos) de Dios que vive y permanece para siempre (1 Pedro 1:23), luego de la palabra (rhema) del Señor que permanece para siempre (v. 25), y reitera que es la misma palabra (rhema) que por el evangelio ha sido anunciada. 

Estos ejemplos citados contribuyen a aclarar que a ciencia cierta, logos y rhema son a menudo utilizadas como sinónimos intercambiables. Procurar hallar una marcada diferenciación en el uso bíblico que se les da es una tarea titánica, pues, en primer lugar, son alternadas en numerosos textos de distintos libros de la Escritura para referirse a lo mismo.

Se usan de maneras similares en diferentes contextos

Por otro lado, rhema y logos tienen también en contextos diferentes el mismo significado. Por ejemplo:

En Lucas 7:1 rhema se refiere a palabras de enseñanza de Jesús, y en Mateo 7:24 logos se refiere a lo mismo. En Mateo 10:14 logos es usada para referirse a las palabras que los discípulos pronunciarían y no serían recibidas, y en Lucas 24:11 a ellos les parecen una locura las palabras (rhema) de las mujeres.

En Juan 8:31 Jesús indica que sus discípulos verdaderos son los que permanecen en su palabra (logos), y la misma idea la transmite en Juan 15:7 usando rhema.

En 2 Corintios 4:2 Pablo habla de algunos que con astucia adulteran la “palabra (logos) de Dios”, y Romanos 10:17 usa esta misma fórmula cuando dice que la fe viene por oír la “palabra (rhema) de Dios”. Ambas parecen referirse al componente central de la proclamación de la verdad de Cristo.

En Hechos 5:20 el ángel manda a los apóstoles a anunciar la “palabra de esta vida” usando rhema, y en Mateo 13:19 Jesús habla de la “palabra del reino” usando logos. En los dos textos el uso de “palabra” es paralelo, pues representa el anuncio evangélico.

1 Pedro 3:1 habla de “la palabra” (logos) de forma definida, al parecer refiriéndose a la escritura (es un uso técnico que asume en muchos pasajes como Hebreos 4:12, 5:12, Santiago 1:22, Apocalipsis 1:2, 9); lo mismo que Efesios 5:26 que habla del lavamiento de “la palabra” (rhema, ver también Hebreos 6:5). 

En 2 Pedro 3:5 se dice que Dios creó las cosas a través de su palabra (logos), y en Hebreos 11:3 se dice que por la fe entendemos que el universo fue formado por la “palabra (rhema) de Dios”. 

Estos usos compartidos y muchos más demuestran que no existe diferencia sustancial entre el concepto detrás del rhema con relación a logos. Logos es un término más complejo, con un abanico más amplio, y más representativo en el griego del NT, pero esto no adjudica a rhema una connotación radicalmente distinta.

Síntesis de rhema

Mientras que logos es el término técnico para hablar de la palabra revelada de Dios, rhema se refiere a cuestiones más específicas de esa revelación general. Su uso mayoritario se relaciona con el sentido más básico y llano del término “palabra”, y por extensión llega a compartir algunos significados con logos. 

Por tanto, y en conclusión, pasajes como Efesios 6:17 o Mateo 4:4 no se refieren a una revelación especial «rhema» particular de Dios a un individuo, sino a las porciones específicas de la revelación dada por Dios de la cual el creyente se alimenta diariamente, y que el Espíritu utiliza de manera especial en una u otra circunstancia.

Todos los elementos negativos que surgen al creer que la palabra humana tiene algún tipo de poder quedan eliminados por un estudio concienzudo de la terminología bíblica. 

¡Dios es el único que tiene poder, nosotros no somos nadie! Somos tan solo los hijos del Dios todopoderoso que ha decidido poner a nuestra disposición su gracia y su favor. En él está nuestra fuerza, y en su palabra las seguras y grandísimas promesas. 

Que se realice y se cumpla su voluntad soberana debe ser nuestro mayor anhelo. Porque si Dios obedeciera nuestras palabras, ¡Qué catastrófico sería! 

Hoy, al creer, confiar y obedecer su palabra revelada, nuestra vida será plenamente feliz. No necesitamos crear nada, ni declarar bendiciones. En la Biblia absolutamente nadie hizo eso. 

Lo único que necesitamos es andar humildemente delante de Dios (Miqueas 6:8), y Él hará lo que por nosotros mismos no somos capaces de hacer.