La pereza en la Biblia

la pereza en la biblia

He estado leyendo un libro de biografías bastante cómico llamado Biografías porque sí, de Lewis York y Orio Malet. En él, como en cualquier libro de biografías, se relatan los aspectos más importantes de la vida de algunos personajes destacados. Personajes como estos:

-Agatha Christie: es difícil que no hayas escuchado hablar de esa escritora. Nacida en Reino Unido, vivió entre 1890 y 1976, y se destacó como la reina de las autoras de novelas de misterio. Aunque también sirvió como enfermera en la segunda guerra mundial, fue su carrera como escritora lo que más se recuerda. 

Escribió casi 80 novelas de investigación, 20 obras de teatro, 6 novelas de romance, unos cuantos libros de relatos e historias para radio y televisión. En ventas solo la supera William Shakespeare, pues ha vendido más de 2.000 millones de ejemplares en los 103 idiomas a que ha sido traducida.

-Lance Armstrong: nació en Estados Unidos en 1971. Entre otros deportes que practicaba, a los 16 años se decantó finalmente por el ciclismo. En 1991 ganó el campeonato no profesional de su país y en 1993 ganó el campeonato del mundo.

En 1996 le detectaron un cáncer muy complicado, se curó en 1998 volvió a competir. En 1999 ganó el Tour de Francia, y repitió la hazaña siete veces consecutivas.

-Marie Sklodowska: nacida en Varsovia pero nacionalizada francesa, y mejor conocida como Marie Curie (apellido de casada), esta mujer es recordada como una de las científicas más importantes de la historia. 

Destacada física y química en una época donde las mujeres no gozaban de muchos privilegios, Marie recibió dos premios Nobel en 1903 y 1911 por sus investigaciones, especialmente por su descubrimiento del Polonio y el Radio. 

Además, después de la muerte de su esposo en 1906 levantó su familia sola rechazando una oferta de pensión del gobierno francés, y aun así esto no le impidió dedicarse por 30 años más a lo que amaba, la ciencia.

Así como estas biografías, hay muchas otras en la historia de grandes personajes que alcanzaron grandes logros, hicieron importantes descubrimientos, dejaron huella y cambiaron el rumbo del devenir humano.

Pero, ¿sabes qué NO se encuentra en los libros de biografías? La pereza. Es la gran ausente. Jamás he visto un libro que recopile la vida de gente perezosa. 

No es novedad. Lo que distingue a las personas que escriben su nombre en la historia de las que nunca logran nada, es precisamente que no se dejaron llevar por la pereza. 

¿Es la pereza un pecado?

En la mentalidad cristiana tradicional hay varias «categorías» de pecados. Desde los más graves y condenables hasta algunos tan pequeños que poco se toman en cuenta. 

En la categoría de los que van a la «paila» más caliente del infierno ‒solo por usar una expresión popular‒ están esos pecados graves como los genocidios, homicidios y opresiones. Mientras que en la categoría más baja se hallan cosas tan sencillas como los celos, envidias, la insensibilidad, jugar con el corazón de las personas, la vanidad, etc…

Pero, ¿cuándo se ha disciplinado a alguien en una congregación por pereza? Probablemente nunca. Y sin embargo, ¿no es acaso un pecado?

La pereza se define como la negligencia, falta de ganas o disposición para hacer las cosas; así como el descuido o tardanza constante en las acciones. 

Pensar en alguien perezoso trae a nuestra mente la escena de alguien acostado en la cama, apático cuando le piden que colabore en algo, reacio a emprender, estudiar o trabajar, ineficiente, siempre lento, y varias otras manifestaciones.

El libro de Proverbios habla con frecuencia en cuanto a la pereza, nota:

El perezoso no es sabio (Proverbios 6:6, 24:30, 26:16)

Duerme cuando debiera trabajar (6:8-10, 19:15, 20:13, 24:33, 26:14)

Pasa necesidad, hambre y pobreza (6:11, 10:4, 20:13, 24:34)

Está obligado a servir a los demás (12:24)

Podrá tener buenos deseos, pero nunca logra nada (13:4, 21:25)

Siempre está posponiendo (20:4)

Todo el tiempo coloca excusas (22:13, 26:13)

Sus propiedades, trabajo y bienes testifican de su negligencia (24:30-31)

¿Se sentirá agradado Dios de alguien así? Lo dudo. 

El ejemplo de Jesús es el polo apuesto, Marcos 3:20 dice que su ministerio era tan activo que a veces no tenían tiempo siquiera para comer. De igual forma, en Juan 5:17 dijo “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”.

Por otro lado, en otras ocasiones hemos comentado acerca de la mayordomía cristiana. El fundamento básico de esta creencia es que Dios ha hecho al hombre administrador de sus bienes, y que a su momento él vendrá a ajustar cuentas con él.

La conocida parábola de Mateo 25:14-30 lo ilustra bien. Cada siervo recibe los bienes del Señor, y de acuerdo a la manera como los administran reciben las palabras de aprobación “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré” (v. 21), o las palabras de reprobación “siervo malo y negligente” (v. 26).

¿Y cuáles son los bienes que hemos recibido? La vida, los recursos, el tiempo, el cuerpo, los talentos, la tierra, todo. Del uso sabio que demos a cada uno de ellos para la gloria de Dios, dependerá nuestra aprobación como mayordomos suyos.

1 Corintios 4:2 menciona que se requiere de cada administrador “que cada uno sea hallado fiel”, y en Lucas 16:2 el patrón llama a cuentas a su mayordomo con las palabras “Da cuenta de tu mayordomía”. “A quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:48).

Ahora bien, imagínate la conversación de aquel perezoso con el Señor. De cada segundo, cada fuerza, talento y don que se nos ha confiado tendremos que dar cuentas a Dios, ¿qué clase de informe podrá dar aquel que desperdició su tiempo durmiendo, que fue negligente en lo poco que hizo, que no produjo algo con lo que el Señor le delegó, que no dejó una huella positiva de ninguna manera?

¿Es la pereza un pecado? ¿Cabe alguna duda? 

Eclesiastés 3:1-8 explica que “todo tiene su tiempo” debajo del cielo. En “todo” claramente se incluyen el descanso y la recreación. Pero la pereza es el abuso del tiempo que corresponde a estas actividades, y por ello es un pecado a la vista de Dios.

Así que el Nuevo Testamento habla en contra de la pereza en 3 áreas fundamentales: el trabajo, la obra de Dios y el crecimiento espiritual. 

Pereza en el trabajo

Además de todos los textos de Proverbios, y algunos otros en diferentes pasajes de la Biblia, el Nuevo Testamento se une a la condena de la pereza en el trabajo personal. 

2 Tesalonicenses 3:6-11 es quizás el texto más importante en esta línea. Primero advierte contra los que andaban “desordenadamente” entre ellos (v. 6), menciona que ese no es el ejemplo que ellos dieron: que no comieron de balde el pan de nadie y trabajaron con afán día y noche para no serles gravosos (vv. 7-8). Por eso manda “si alguno no quiere trabajar, que no coma” (v. 10).

Suficientemente claro. 

Hechos 20:34-35 menciona también su ejemplo de honra y disciplina en el trabajo, y les exhorta a que trabajando de esa misma forma, puedan también ayudar a los necesitados. En Efesios 4:28 Pablo nuevamente demanda que se trabaje en lo que es bueno, que no se hurte, y que se comparta para las necesidades de los santos.

Romanos 12:11 añade, como parte de las características de la nueva vida en Cristo: “en lo que requiere diligencia, no perezosos”. El siervo de Dios aprende a ser proactivo en lo que hace, no espera que le den, sino que provee para su casa con diligencia (1 Timoteo 5:8).

En Efesios 6:5-6 y Colosenses 3:22-24 Pablo sienta el principio de que todo trabajo debe ser hecho como para el Señor, para agradar a sus ojos. De él recibiremos nuestra recompensa “porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:24). Incluso en nuestro trabajo terrenal, nuestro servicio va dirigido primeramente a Dios. 

Esto incluye la parte laboral, pero también la estudiantil, los quehaceres y responsabilidades variadas. En todo esto el Señor nos pide rehuir a la pereza. 

Pereza en el servicio a Dios

La iglesia de Cristo lleva adelante la misión que su Señor tuvo a bien delegarle (Mateo 28:19-20), y dentro de su seno cada miembro del cuerpo de Cristo tiene una labor que cumplir (1 Corintios 12). 1 Pedro 2:9 dice que Dios nos llamó para que anunciemos sus virtudes, y junto a Apocalipsis 1:6 nos llama sacerdotes de Dios. Somos administradores de la gracia (1 Pedro 4:10).

Así que Pablo aconseja a Timoteo procurar “con diligencia” presentarse a Dios aprobado (2 Timoteo 2:15) y predicar la palabra “a tiempo y fuera de tiempo” (4:2). Lo que excluye toda pereza en el presto cumplimiento que Dios espera de nuestra parte en su misión. 

Dios no olvidará este trabajo hecho con amor, por eso la exhortación es a mostrar solicitud hasta el fin, sin pereza alguna (Hebreos 6:10-12). Pablo dice “no nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos si no desmayamos” (Gálatas 6:9).

Cuando la pereza toque a nuestra puerta, debiéramos copiar las palabras de Nehemías: “Yo hago una gran obra; y no puedo ir, porque cesaría la obra” (Nehemías 6:3).

Pereza en el crecimiento en la fe

Finalmente, puede haber en nosotros a veces pereza para hacer nuestra parte en el crecimiento en la fe. Orar, estudiar la Biblia, meditar… 

Por eso Pedro anima a “Poner toda diligencia” en desarrollar las gracias cristianas (2 Pedro 1:4-6).  Pablo aconseja a Timoteo “ejercítate para la piedad” (1 Timoteo 4:7). Y le dice en otro lugar “esfuérzate en la gracia” (2 Timoteo 2:1), precisamente porque el carácter cristiano no se desarrolla sin disciplina. 

La iglesia en Filipo recibió un consejo similar: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12).¿Pereza? No tiene cabida. Hay mucho por hacer y el tiempo es corto, bien lo dijo el apóstol “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis […] aprovechando bien el tiempo porque los días son malos” (Efesios 5:15-16).