Porque La Paga del Pecado es la Muerte

la paga del pecado es la muerte

Diana Frances Spencer nació en Sandringham, Inglaterra, el 1 de julio de 1961 y falleció en 1997. Conocida como Lady Di, fue esposa de Carlos de Gales, heredero de la corona británica. 

Después de vivir en el seno de la aristocracia y ser educada en Inglaterra y Suiza, Lady captó la atención del mundo en 1981 al anunciarse su compromiso con el príncipe Carlos. Contrajeron matrimonio ese mismo año, en una ceremonia vista por 750 millones de personas.

Pero no se acomodó en un palacio. Diana se convirtió en la mujer más famosa de la época por su labor humanitaria en África, presidiendo fundaciones benéficas, pacientes con Sida, ancianos, personas adictas, leprosos…Y su campaña en contra de las minas antipersonales. 

También apareció junto a personajes como Nelson Mandela, y la madre Teresa. Todo esto, aunado a su carisma y elegancia, acabó por conquistar el corazón del mundo.

Pero incluso a pesar de ser «la princesa del pueblo», Diana también falleció. En 1997, en un controversial accidente de tránsito en París, la princesa perdió la vida junto a su pareja.

No son únicamente los malos, los terroristas, los asesinos o tiranos, los abusadores y la gente normal que no hace mucho por el bien de otros, los que fallecen. No. ¡Las mejores personas que han vivido en este mundo también han muerto!

Hasta el fin veremos las evidencias de la lóbrega frase del apóstol Pablo en el libro de Romanos: “porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).

Parece que no importa lo que hagas. Si haces el bien o haces el mal, la justicia o la injusticia, la bondad o el egoísmo, ¡¿De qué vale?! Al final la paga sigue siendo la muerte.

Entonces el pecado parece ser tal vez el patrón más benevolente que existe. Trabajes o no trabajes, igual paga su salario; y lo hace a tiempo. 

“Si eres pecador o no lo eres, no importa.” ‒podría decir alguien‒. “De igual manera recibirás la paga del pecado”. 

Así que el asunto es, ¿en qué consiste la paga del pecado?

Comencemos a responder esta pregunta en el Génesis. Dios crea al hombre, lo coloca en el jardín,  y le dice que si le pega un mordisco al fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal morirá. De esto se infiere que el hombre viviría para siempre, porque sólo si pecaba moriría.

Ahora bien, el asunto es que si la vida del hombre era naturalmente eterna, entonces el carácter del castigo del pecado debía ser eterno también. No existiría posibilidad natural de que el hombre volviese a vivir. 

Adán peca, y por su pecado la muerte “pasó a todos los hombres” (Romanos 5:12), por cuanto la muerte estableció su imperio entre los hombres (Hebreos 2:14). Por eso ahora “los que viven saben que han de morir” (Eclesiastés 9:5). El pecado paga su salario.

Y esta muerte es absolutamente eterna. Sin discusión. Sin esperanza de vida (1 Tesalonicenses 4:13). 

¡Pero allí aparece Jesús! No se imaginaba un universo sin ti, y vino para devolver la esperanza. Gustó la muerte por todos (Hebreos 2:9), y así libró a sus hijos del imperio de la muerte. El pecado reinó para muerte, pero la gracia vino a reinar para vida eterna (Romanos 5:21).

Esto quiere decir que, aunque todos los hombres mueren por causa de la separación física de la fuente de vida que es Dios, esta separación no será permanente. 

El pecado solo puede pagarnos su salario a medias, porque el que está en Cristo “no morirá eternamente” (Juan 11:26), “no verá muerte [eterna]” (Juan 8:51), y “la segunda muerte [la eterna] no tiene poder sobre estos” (Apocalipsis 20:6).

La vida eterna que Jesús vino a impartir, será una realidad para el creyente fiel en el “día de la revelación del justo juicio de Dios” (Romanos 2:5), ¡pero también comienza desde hoy mismo! Porque sabe que pertenece al salvador (Juan 10:28). 

Tú eliges: el salario del pecado, o la “dádiva de Dios” (Romanos 6:23). “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15:26).