Versículo para memorizar: Isaías 8:17. “Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré”
Acaz rechazó la ayuda ofrecida por Dios para librarse de sus enemigos. El pueblo de Israel sufrió las consecuencias de la mala decisión de su rey. Lo que no quisieron aprender por las buenas, tuvieron que aprenderlo por las malas.
PROFECÍA CUMPLIDA (ISA. 7:14-16)
“Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada” (Isaías 7:16).
El año 734 a.C., la Palabra de Dios predijo que, antes de que el niño que iba a nacer pudiera hablar con claridad, y antes de que tuviera la capacidad de distinguir por sí mismo entre el bien y el mal, los reinos de Israel y Siria ya no existirían (Isaías 8:4; 7:16). Dos años después, en 732 a.C., cuando el hijo de Isaías tenía poco más de un año (y balbuceaba sus primeras palabras), Siria fue conquistada y absorbida por el imperio Asirio. Doce años después, en 722 a.C. (cuando el niño tenía capacidad de elección), el reino de Israel fue totalmente arrasado por Salmanasar V, y su pueblo deportado a Mesopotamia y Media (2R. 17:3-6).
CONSECUENCIAS PREVISTAS (ISA. 7:17-25)
“Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, al rey de Asiria” (Isaías 7:17).
El mensaje de Dios era que Él se encargaría de destruir los reinos de Israel y Siria, sin necesidad de que Acaz hiciese nada al respecto. Sin embargo, Acaz no solo desobedeció aliándose con Asiria, sino que adoró a los dioses de Siria, creyendo que éstos eran más poderosos que el propio Dios (2ª de Crónicas 28:22-23). Por esta razón, Dios envió contra Judá a Egipto y a Asiria (la mosca y la abeja, v. 18), usando a Asiria como “navaja alquilada” para arrasar el reino de Judá (v. 20). Estas son las consecuencias de apoyarnos en las personas en los momentos en los que deberíamos poner nuestra confianza solo en Dios (Salmo 146:3).
¿QUÉ HAY EN UN NOMBRE? (ISA. 8:1–10)
“y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, y llegará hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emanuel” (Isaías 8:8).
Dios le pidió a Isaías que escribiese el nombre de su hijo ante testigos, aún antes de ser concebido (v. 1-2). Al igual que su otro hijo, Sear-jasub, este niño habría de ser una señal, ya que su nombre [Maher-salal-hasbaz] significa “el despojo se apresura, la presa se precipita” (v. 18). Era el aviso de la rápida conquista por parte de Asiria de los territorios de Siria e Israel. No obstante, Tiglat-pileser III no se detuvo allí, sino que, como torrente de aguas impetuosas, arrasó también el territorio de Judá. Pero Dios, en su misericordia, solo permitió que el ataque llegase “hasta la garganta”, sin arrasar completamente a Judá. El remanente se salvó.
NADA QUE TEMER CUANDO TEMEMOS A DIOS (ISA. 8:11-15)
“A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo” (Isaías 8:13).
Isaías fue advertido de no hacer lo que hace la mayoría, ni tener miedo de lo que la mayoría tiene miedo, ni temer lo que la mayoría teme (v. 11-12). A quien debemos santificar [obedecer], temer [respetar], e incluso tenerle miedo, es a Dios (v. 13). El verdadero temor de Dios significa que lo reconoces como el Poder supremo del Universo. Si Él está de tu lado, nadie más puede tocarte sin su permiso. Si está en tu contra porque te has rebelado contra Él… deberías tenerle miedo.
EL ABATIMIENTO DE LOS INGRATOS MUERTOS EN VIDA (ISA. 8:16–22)
“Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?” (Isaías 8:19).
La religión de Acaz (y gran parte de Judá) estaba basada en la idolatría, la adivinación y el culto a los muertos. Todo ello era abiertamente contrario “a la Ley y al testimonio” ordenados por Dios (v. 20). Pero este tipo de creencias no ha muerto. Aunque no se pretenda hoy adorar ídolos abiertamente, el espiritismo, la brujería moderna y la Nueva Era han impregnado en nuestra cultura de creencias relativas a muertos que se comunican con los vivos y deciden o adivinan su futuro. Basados en la Biblia, debemos rechazar firmemente estas sutiles mentiras. Apartarse de ellas es una cuestión de lealtad a Dios.
Nota de EGW: “Cada cual debe tratar de conocer la Palabra de Dios por sí mismo mediante ferviente oración, y cumplirla… En todas las preocupaciones temporales de ustedes, en todos los cuidados y ansiedades, esperen en el Señor. No confíen en príncipes, ni en hijos de hombres porque ocupan cargos de confianza. El Señor ha unido los corazones de ustedes con el de él. Si lo aman, y han sido aceptados en su servicio, lleven al Señor todas sus cargas, públicas y privadas, y esperen en él” (Cada día con Dios, 14 de marzo).