Hacer amigos para Dios – Ver a las personas a través de los ojos de Jesús

Versículo para memorizar. Mateo 4:19. “Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”.

¿Cómo veía Jesús a las personas? Los miraba con ojos compasivos. Veía en cada persona alguien a quien salvar. Los veía tal como serían si aceptaban su salvación. Para Jesús cada persona era valiosa y distinta. Por ello, no trataba a todos por igual ni menospreciaba a nadie. Aprendamos a tratar a los demás como Jesús los trató.

EL SEGUNDO TOQUE

“Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase” (Marcos 8:22).

Éste es un milagro especial en varios sentidos.

  • Unos amigos llevan al ciego y le ruegan a Jesús que lo sane.
  • Jesús lo lleva aparte.
  • Tras un primer toque, le pregunta si ve algo.
  • El ciego ve hombres como árboles.
  • Un segundo toque sana al fin al ciego

Muchas personas nunca vendrán a Jesús a menos que alguien que tenga fe los traiga. Ésa es nuestra tarea. A veces, necesitamos un “segundo toque” de Jesús para ver con claridad las
verdades espirituales.

UNA LECCIÓN SOBRE ACEPTACIÓN

“Y le era necesario pasar por Samaria” (Juan 4:4).

Las relaciones entre judíos y samaritanos eran muy tensas. Generalmente, los judíos preferían dar un rodeo en su camino de Judea a Galilea para no tener que pasar por territorio samaritano. Pero los ojos de Jesús veían más allá de la raza, la cultura, el sexo o la religión de una persona. Sabía que en Samaría había personas necesitadas de la salvación y era su deber ir a buscarlas. Al mirar a través de los ojos de la compasión divina, se derriba toda barrera que nos separa de las personas. Vemos en ellas candidatos al reino de los Cielos. Esto no significa que compartamos o aceptemos sus ideas políticas o religiosas. Significa que las amamos y deseamos lo mejor para ellas.

COMIENZA DONDE ESTÁS

“Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo)” (Juan 1:41).

Al despedirse de los discípulos, Jesús les encargó que predicasen el evangelio en círculos cada vez más amplios: “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”
(Hechos 1:8). Un caso de esta táctica la tenemos en el apóstol Andrés. Él comenzó por presentar a Jesús a su hermano [Judea]. Adquirió facilidad para tratar incluso con los desconocidos [hasta lo último de la tierra], como el caso de los griegos que buscaban a Jesús (Juan 12:20-26). Suejemplo nos enseña una manera efectiva de atraer almas a Jesús: construir relaciones
afectuosas con las personas.

LIDIAR CON PERSONAS DIFÍCILES

“Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle” (Marcos 12:34).

¿Cómo trataba Jesús a las personas difíciles?

  • Las escuchaba atentamente.
  • Les formulaba preguntas.
  • Les revelaba gradualmente la verdad.
  • Reconocía el anhelo de sus corazones.
  • Veía potencial en las personas más viles.
  • No consideraba a nadie fuera del alcance del evangelio.
  • Veía en ellos un reflejo de la gloria de la Creación original.
  • Elevaba sus pensamientos para que descubriesen lo que podían llegar a ser.

Ver con los ojos de Jesús es ver a cada persona como un candidato al Reino de los Cielos, y tratarlos de acuerdo con esa perspectiva. Para poderlo hacer, debemos pedir al Espíritu Santo
que nos dote de este tipo de visión.

PERCIBIR OPORTUNIDADES PROVIDENCIALES

“Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar” (Apocalipsis 3:8).

Dios abre puertas para la proclamación del evangelio bridándonos oportunidades providenciales para la testificación. En el caso de Felipe, por ejemplo, Dios lo llevó a un lugar concreto donde Él sabía que iba a pasar una persona que estaría leyendo un pasaje concreto de la Escritura, y necesitaba tan solo una pequeña ayuda para entregar su corazón al Salvador (Hechos 8:26-39). Ángeles invisibles están a la espera de guiarnos para atravesar esas “puertas abiertas”. Debemos pedirle al Señor que nos ayude a reconocer esos momentos providenciales y que nos de las palabras necesarias en los momentos oportunos.

Nota de EGW: “Jesús se relacionaba personalmente con los seres humanos. Él no se alejaba ni apartaba de los que necesitaban su ayuda. Entraba en las casas de los hombres, confortaba a los tristes, sanaba a los enfermos, instigaba al descuidado e iba haciendo bienes. Y si seguimos sus pasos, debemos hacer lo que él hizo. Debemos brindar a los hombres la misma ayuda que él les extendía” (Dios nos cuida, 17 de febrero).