Esfuérzate y Sé Valiente

esfuérzate y sé valiente

Leí una vez el relato de un joven que se encontraba paralizado en su vida personal. Tenía sueños, deseos, anhelos, pero no se arriesgaba a dar pasos decididos. 

Un día fue a una plaza cercana a su casa y se sentó en un banco meditando en sus planes de vida. En eso se distrajo mirando algunas ardillas.

Notó que una de ellas trepó ágilmente un árbol y, sin pensarlo dos veces, dio un salto impresionante a un árbol cercano. ¡Una acrobacia suicida!

Pero no alcanzó a llegar. Rápidamente volvió a escalar el árbol para intentarlo nuevamente, y esta vez sí completó la asombrosa hazaña.

A pocos metros de aquel muchacho se encontraba un hombre.

—Es curioso. Las he visto lanzarse de una rama a otra, incluso cuando hay perros rondando y, sin embargo, se arriesgan. Todavía no sé de ninguna que haya muerto en el intento ‒observó‒. Imagino que prefieren correr el riesgo a pasarse toda la vida en un árbol.

El joven captó el mensaje, no necesitó escuchar más [Citado en Fernando Zabala, Dímelo de frente, 1/01].

Arriesgarse… ser decidido… tener determinaciones… Quizás hasta podríamos clasificar el mundo en dos tipos de personas: cobardes y valientes.

Apocalipsis 21:8 es crudo cuando habla del destino de la cobardía. Su parte está entre las cualidades que no heredarán el reino de Dios. Por el contrario, Mateo 11:12 especifica que son los valientes quienes arrebatan el reino de los cielos.

Ahora, el imperativo de Dios a Josué acerca de esforzarse y ser valiente (Josué 1:9) no se trataba de una orden temeraria que implicaba algo así como: lánzate a todo lo que venga. Enfrenta todos los peligros que te provoque, porque estás llamado a ser valiente. 

Ni siquiera se trató de una orden que indica, de alguna manera, que Dios se agrada de los héroes arriesgados, mientras que las personas pasivas y no muy destacadas no lucen entre sus vitrinas. No es eso lo que Dios quiso decir con estos versos.

El tema que está en juego no es la valentía o la cobardía humanas, sino la valentía o la cobardía de Dios. Piénsalo. El cristiano que es cobarde, cree en un Dios cobarde. El cristiano que es valiente, confía en un Dios valiente.

Y ¡Dios no es cobarde! Donde pone el ojo, pone su mano. Lo que Dios se propone, lo cumple. Las imposibilidades de la vida, Dios las hace reales. La pregunta es, ¿qué tanto cree el ser humano en la valentía de Dios?

Si te fijas en el contexto de Josué 1:9, te darás cuenta que el imperativo de Dios no consistía en un estímulo a manifestar una actitud temeraria; sino en la presteza para actuar en conformidad con la valentía y el poderío Divinos.

Si Dios había dicho que “todo lo que pisare la planta de tu pie” será tuyo (Josué 1:3), la veracidad de la promesa no descansaba sobre la valentía y la capacidad militar de Josué. Descansaba sobre la valentía y la soberanía de Dios.

Ahora, si el ser humano corre, trepa el árbol y se lanza intrépidamente hacia el otro sin miedo a la muerte porque “Dios nos llamó a ser valientes”, está equivocado. No es esa actitud de lo cual nos habla el pasaje. 

El texto habla de la valentía que el ser humano está llamado a tener cuando DIOS dice: Ve, trepa el árbol y lánzate, porque yo te ayudaré a llegar al otro lado, yo te sostendré con mi diestra poderosa. 

¡Tenemos un Dios valiente! Y eso implica actuar con valentía. Pero cuando nos la damos de «valientes» escalando árboles que no son para nosotros, estamos lejos de alcanzar la valentía de la cual nos habla el Padre.

El Señor nos pide esfuerzo, constancia y valentía, pero ¿para qué? Para enfrentar los desafíos sobre los cuales nos ha dicho: este es tu árbol. Mi fuerza será tu fuerza para vencer. 

En este sentido, los cobardes no heredan el reino de Dios porque no han creído en la provisión Divina. Los valientes lo arrebatan porque creen, confían y obedecen a un Dios valiente.

Si Dios lo ha dicho, escala tu árbol con valentía.