Cómo interpretar las Escrituras – La Biblia como historia

Versículo para memorizar. Éxodo 20:20; Deuteronomio 5:6. “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto”.

A finales del siglo XVIII, surge la denominada “Alta crítica”, que se acercó a la Biblia despojándola de cualquier intervención sobrenatural, y dudando de la existencia de las personas y de los lugares mencionados en ella. Ante el silencio general del cristianismo, surgió durante el siglo XIX la arqueología. Gracias a sus descubrimientos, la práctica totalidad de los postulados de la Alta Crítica han quedado totalmente desacreditados. La llamada piedra moabita, por ejemplo, es un relato paralelo a 2ª de Reyes 3 en el que se mencionan personajes y nombres bíblicos: “Yo soy Mesha […] rey de Moab […] Omri, rey de Israel, había oprimido a Moab […] tomé de allí los vasos (?) de YHWH […] vivía en él la casa de [D]avid”.

DAVID, SALOMÓN Y LA MONARQUÍA

“Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim” (1ª de Samuel 17:1).

Durante un tiempo, se consideró a David y Salomón como reyes míticos. Pero la arqueología ha descubierto la ubicación de Efes-damim (la actual Khirbet Qeiyafa), Soco, Azeca y Ela (el campamento de Saúl). Khirbet Qeiyafa fue, en tiempos de Saúl, una guarnición fortificada. Esto indica que el enfrentamiento entre David y Goliat ocurrió en un lugar real entre ejércitos reales. También se ha encontrado el nombre de uno de los hijos de Saúl, Es-baal (1Cr. 8:33) grabado en una vasija fechada alrededor del año 1000 a.C., y la mención de la casa de David en una inscripción del rey Hazael de Damasco.

ISAÍAS, EZEQUÍAS Y SENAQUERIB

“Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó” (Isaías 36:1).

En 701 a.C. Senaquerib invadió Judá destruyendo completamente a Laquis y sitiando a Jerusalén. Este hecho fue sacado a la luz cuando se desenterró su palacio en Nínive. Allí aparece un registro de la destrucción de Laquis (cuyas ruinas también dan testimonio de ello). En el “prisma de Senaquerib” podemos leer que no pudo tomar Jerusalén, sino que “[A Ezequías] encerré en Jerusalén, su residencia real, como a un pájaro en una jaula”. Por supuesto, no menciona la destrucción de su ejército a manos del Ángel (Isaías 37:36). Este prisma también confirma la exactitud de la historia bíblica que relata la muerte de este rey a manos de dos de sus hijos (Isaías 37:38).

DANIEL, NABUCODONOSOR Y BABILONIA

“habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Daniel 4:30).

El historiador griego Herodoto (s. V a.C.) creía que Sammuramat fue reina de la mítica Babilonia, que reconstruyó y magnificó. También desconocía la existencia de Nabucodonosor o Belsasar. Hoy sabemos que Sammuramat fue reina de Asiria, que Nabucodonor reconstruyó Babilonia, y que Belsasar fue corregente con su padre Nabodino. También podemos contemplar en el museo de Pérgamo (Alemania) la imponente puerta de Ishtar, que daba acceso a la ciudad de Babilonia. Las excavaciones en Babilonia han desenterrado otros emblemas que demuestran que el león era un símbolo de la ciudad (Daniel 7:4).

EL JESÚS HISTÓRICO

“Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador” (Mateo 27:2).

Por supuesto, la Alta Crítica puso también en tela de juicio la existencia del propio Jesús. Alegaban la falta de registros de la existencia de él o de cualquiera de sus contemporáneos (Poncio Pilato, Caifás, etc.). Hoy contamos con un monumento del siglo I d.C. con la inscripción: “Poncio Pilato, gobernador de Judea”. También se ha encontrado la caja funeraria de Caifás y su familia. Todo esto corrobora el relato de los evangelios, y del historiador contemporáneo Flavio Josefo. Otras cartas que han sido rescatadas, como las de Tácito o Plinio el joven, apoyan la historicidad de Jesús y el surgimiento del cristianismo a mediados del siglo I. Nuevamente, el relato bíblico demuestra ser históricamente confiable.

LA FE Y LA HISTORIA

“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas” (Hebreos 11:32).

La Biblia está formada principalmente por relatos históricos. Relatos reales y confiables, tal como hemos visto. Las evidencias arqueológicas pueden apoyar nuestra confiabilidad en la Biblia, pero no pueden ser la base de nuestra fe. La Biblia va mucho más allá de la historia. Nos muestra a hombres y mujeres de fe. Personas que creyeron en Dios y siguieron sus instrucciones. Actos de fe y confianza que nos inspiran a seguir su ejemplo (Hebreos 11). A través de la acción del Espíritu Santo, la Biblia transforma vidas, nuestras vidas.

Nota de EGW: “Dios ha permitido que un torrente de luz inunde al mundo con descubrimientos científicos y artísticos; pero cuando hombres llamados científicos pronuncian discursos y hablan sobre estos temas desde un punto de vista puramente humano, con toda seguridad que llegan a conclusiones erróneas… Los que dudan de la confiabilidad de los relatos del Antiguo y del Nuevo Testamento serán conducidos un paso más allá, y dudarán de la existencia de Dios; permiten entonces que su ancla se les escape de las manos, y son abandonados para que se golpeen contra las rocas de la incredulidad” (Mensajes selectos, tomo 3, pg. 351).