Por eso es importante hacerse amigo de todo el mundo ‒concluía mi tía después de narrarme lo sucedido durante los últimos días con vari@s de sus vecin@s‒. Por aquí un favor, por allá una ayuda, más allá una palanca, y así sucesivamente.
Ella quería compartir conmigo su principio de vida. Cuando uno se muestra amigo con todos, ese buen trato no quedará sin frutos. En este caso, tener amistades estratégicas abre puertas que de otra manera permanecerían cerradas.
Personalmente he confirmado eso en carne propia en varias ocasiones, pero de manera especial en mi carrera universitaria. Las buenas amistades con directivos, administradores, profesores, gente de la biblioteca y demás, me han sido de muchísima (y vaya que muchísima) ayuda.
Así también, hacer buenos amigos dentro de la residencia de caballeros es un importante aliciente. Uno llega allá con muchas carencias, pero de lo que uno lleva a otro le falta; y viceversa. Creando buenas relaciones se puede tener acceso a casi todo lo necesario.
La filosofía de mi tía es muy cierta, y millones se han dado cuenta de ello. No hay ningún problema en acercarnos a los demás amistosamente, pero sí lo hay cuando nuestras intenciones son equivocadas.
Aparece entonces en escena la “conveniencia”. Jamás había saludado siquiera a aquel joven, pero como puede darme lo que yo necesito entonces me acerco a él. Ya después que haya resuelto, no será más importante.
¿Y a quién le agrada que lo busquen por esas razones?
Debo admitir que hay pocas cosas que me disgusten más que sentir que soy valioso para alguien únicamente mientras hay un interés de por medio.
Ahora bien, todos hemos escuchado de personas (y tal vez conozcas o seas alguien así) que buscan a Dios por conveniencia. ¿Qué quiere decir esto? No les interesa su amistad, ni mucho menos amarle, pero sí quieren los favores que Él puede brindarles.
De eso queremos hablar hoy: cuando buscamos a Dios por conveniencia…
¿Cómo se relaciona Dios con esta clase de personas? Es la pregunta que nos proponemos contestar.
Nuestras intenciones con Dios
Nos acercamos a las personas motivados por intenciones muy diversas. A veces, sin pensarlo, ya hemos entablado una amistad con alguien sin previa planificación. En otras ocasiones podemos ir motivados por algo en específico, pero luego nuestras intenciones resultan transformadas.
Cuando Aladdin se encontró con el Genio ni siquiera estaba al tanto de su existencia. Había entrado en aquella cueva porque Jafar lo obligó a bajar allí a buscar la lámpara mágica. Sin embargo, la lámpara queda en poder de Aladdin, la frota y ¡Pum! Aparece el Genio.
Cualquiera buscaría a alguien así solo por la oportunidad de recibir sus tres deseos; y aunque Aladdin es inspirado al principio por la conveniencia, se hace buen amigo del Genio; y usa su tercer deseo para dejarle libre.
¿Cuáles son tus intenciones con Dios? Es cierto que un Dios Todopoderoso, tan misericordioso y bondadoso como el que tenemos, se presta para muchas cosas. Esto se evidencia en la cantidad de personas con distintas motivaciones que se acercaban a Jesús diariamente.
Incluso, estoy convencido de que Él ha procurado darnos deliberadamente muchas razones para querer buscarle. Salvación, compañía, protección, sanación, guía, provisión, recursos, amor, razón de vivir, una respuesta específica a una oración, intervención, etc, etc… Son algunas de ellas.
¡Hay muchas razones para buscar a un «Genio» Divino, amante y real! Pero, ¿qué razones son lícitas? Personalmente pienso que en primera instancia, todas lo son.
Y si te parece extraña mi opinión, te explico por qué.
Pensemos: Jesús está ansioso de poder ganar el corazón de cada ser humano. Pero, ¿cómo lograrlo? ¿Será que lo que mueve a los hombres naturalmente son los intereses celestiales? No lo creo. Lo que los mueve son sus ambiciones, el amor, sus necesidades, sus complejos…
Conociendo en profundidad la mente humana, Jesús sabe qué debe ofrecer para atraer la atención.
Ofrece conocimiento para el estudioso (Romanos 11:33; 16:25-26), paz para el agobiado (Mateo 11:28), perdón para el culpable (Salmos 32:1-2), comida para el hambriento (Mateo 6:26), protección para el temeroso (Salmos 91, 121), esperanza de felicidad y abundancia (Mateo 19:29-30, Apocalipsis 21-22), dinero para el necesitado (Filipenses 4:19), salud al enfermo (Éxodo 15:26), y podemos continuar.
El punto es que Dios no ha escatimado en darnos motivos “convenientes” para buscarle, ¡porque sabe qué es lo que nos interesa! El problema es que algunos solamente llegan hasta allí. Vuelven una y otra vez solo buscando lo que necesitan y regresan a vivir sus vidas de la misma manera.
Todos buscamos a Dios por una razón que nos parece conveniente, sea material o inmaterial. Nadie lo busca simplemente por hacerle feliz. Así que, de cierta manera, todos en un inicio buscamos a Dios por conveniencia.
El asunto importante es lo que sucede a partir de allí. Dios desea, como el genio, conquistar nuestro corazón y ganar nuestra amistad. No quiere ser visto únicamente como una cauchera. Llegas, te ponen el parche y te vas.
En la amistad que Él ofrece toda bendición está incluida, todos los favores terrenales y celestiales posibles; pero desea a cambio nuestro amor. ¡Él te quiere a ti, y no aceptará menos que eso!
De la conveniencia a Jesús
En la Biblia hay evidencias de la búsqueda “conveniente” de Dios por parte de los seres humanos.
Desde los mismos discípulos de Jesús podemos notar esta tendencia. Probablemente se unieron a Él en parte motivados por las recompensas que recibirían al estar junto al futuro Rey de Israel (véase Mateo 19:27, 20:20-27, Lucas 22:24).
Los hombres venían a Él esperando recibir la sanación física, pero juzgando si les sería conveniente o no (Juan 4:48); la gente le buscaba motivados por intereses terrenales, no por los espirituales (Juan 6:22-29).
Algunos pensaban que obtendrían ganancias al estar con Jesús (Mateo 8:20); y Simón deseaba poder y autoridad (Hechos 8:18-19). El mismo Judas es un ejemplo de estas motivaciones erradas.
¿Pero qué fue lo que marcó la diferencia entre el futuro de Judas y los discípulos restantes si todos tenían intereses incorrectos? Lo mismo que marca la diferencia entre unos y otros en la actualidad.
Todos vamos a Dios por algún motivo conveniente, pero algunos, al llegar, encuentran el verdadero tesoro, la perla de gran precio (Mateo 13:44-46).
Algunos se dejan conquistar por la hermosura de Jesús y declaran con el apóstol Pedro: ¿A quién más iré? Si tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6:68), “aunque todos se escandalicen de ti [se les acaben las conveniencias] yo no me escandalizaré” (Mateo 26:33).
La actitud correcta consiste en llegar a Dios y decirle: «Padre, la realidad es que he venido a ti motivado por esto; pero quiero todo lo que tú tienes para mí. Te quiero a ti, Señor».
Fue esta probablemente la forma cómo llegó a Jesús el paralítico de Mateo 9:1-8. Parece que fue a buscar la sanación, ¡pero salió de allí con mucho más! Restaurado no solo física, sino también espiritualmente.
Es cierto, Dios es casi como un Genio. Es misericordioso para darnos lo que necesitamos. Pero no es un Burger King celestial. Él da y también pide.
Él toma nuestras cargas, y nos pide llevar su cruz (Mateo 16:24).