Las etapas familiares – Las decisiones que tomamos

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Versículo para memorizar. Josué 24:15. “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a
quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”.

Cada día tenemos que tomar decisiones. Algunas son rutinarias y de poco alcance, otras pueden llegar a decidir nuestra vida eterna (Josué 24:15). Nuestras decisiones pueden cambiar nuestra vida y la vida de las personas que nos rodean (para bien o para mal). Piensa en Caín, los hermanos de José, Coré, Datán y Abiram; o Cornelio, el carcelero de Filipos y el cónyuge de una persona incrédula (1ª de Corintios 7:16). Analizaremos los consejos bíblicos para la toma general de decisiones, así como consejos específicos para tomar algunas de las decisiones más importantes de nuestra vida.

EL LIBRE ALBEDRÍO Y LA LIBERTAD DE ELECCIÓN

“Porque esta es la voluntad de Dios: que, haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1ª de Pedro 2:15-16).

La Biblia nos enseña que Dios nos hizo con libre albedrío. Es decir, nos da libertad para elegir, y nos invita a tomar las decisiones correctas (Gálatas 5:13; Deuteronomio 30:19). Aunque el pecado limita nuestro libre albedrío, en Jesús somos completamente libres (Juan 8:36). Desde antes de ser creados, en su amor, Dios nos ha elegido para vida eterna (Efesios 1:4). No obstante, somos nosotros los que tenemos que tomar diariamente la decisión de aceptar esa salvación (Juan 3:16; Josué 24:15).

Nota de EGW: “El carácter que cultivamos y las actitudes que asumimos hoy están fijando nuestro destino futuro. Todos estamos haciendo elecciones, ya sea para estar con los benditos dentro de la ciudad de luz, o estar con los malvados, fuera de la ciudad” (Reflejemos a Jesús, 16 de octubre).

CÓMO TOMAR DECISIONES ACERTADAS

“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos […] En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:13-15).

La comodidad, las tendencias culturales, la presión social, las emociones, los hábitos y las meras preferencias son guías poco confiables para la toma de decisiones. ¿Cómo nos enseña la Biblia a tomar elecciones acertadas?

  • Orar antes de decidir. (1ª de Tesalonicenses 5:17; Santiago 1:5).
  • Estar dispuestos a obedecer a Dios. (Isaías 1:19; Mateo 7:24-25).
  • Estudiar la Biblia. (Salmo 119:105; 2ª de Timoteo 3:16).
  • Confiar plenamente en Dios. (Proverbios 3:5-6; Isaías 58:11).
  • Buscar consejeros sabios. (Proverbios 15:22; 24:6)

LA ELECCIÓN DE LAS AMISTADES

“No te hagas amigo ni compañero de gente violenta y malhumorada, no sea que aprendas sus malas costumbres y te eches la soga al cuello” (Proverbios 22:24-25 DHHe).

La elección de nuestras amistades crea vínculos que nos afectan para bien o para mal. Un buen amigo “es como un hermano en tiempo de angustia”, que nos ama “en todo tiempo” (Proverbios 17:17). La amistad debe fluir en ambos sentidos: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo” (Proverbios 18:24). Jonatán y David presentan un gran ejemplo de amistad incondicional. A pesar de que David iba a ocupar el puesto que le correspondía a Jonatán, éste no lo consideró su rival, sino que, con humildad, le ofreció su amistad.

LA ELECCIÓN DEL COMPAÑERO DE LA VIDA

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).

Si la elección de nuestras amistades es algo importante, la elección de la persona con la que hemos de compartir nuestra vida es mucho más importante. Pedirle a Dios que nos ayude en esta elección es, sin duda, la mejor forma de no errar (Génesis 24:7). La historia de Isaac y Rebeca nos proporciona otra pauta útil: buscar nuestro cónyuge entre personas creyentes (Génesis 24:3-4). Si queremos un matrimonio de éxito, debemos comenzar siendo nosotros mismos la persona adecuada (Sal. 37:27; 119:97; 1Co. 15:33; Stg. 1:23-25). Debemos estar dispuestos a comportarnos con nuestro cónyuge como deseamos ser tratados (Mateo 7:12).

Nota de EGW: “La elección de esposo o de esposa debe ser tal que asegure del mejor modo posible el bienestar físico, intelectual y espiritual de padres e hijos, de manera que capacite a unos y a otros para ser una bendición para sus semejantes y una honra para su Creador” (Carta a jóvenes enamorados, pg. 14).

LA ELECCIÓN DE UNA CARRERA

“He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte” (Eclesiastés 5:18).

A menos que se trabaje a tiempo completo en el hogar atendiendo la casa y la familia (la más noble de todas las ocupaciones), mucha gente tiene que elegir una forma de ganarse la vida. El primer paso es elegir, en la medida de lo posible, los estudios que necesitarás para obtener el trabajo que deseas. Cada elección debe ser guiada por esta máxima: “hacedlo todo para la gloria de Dios” (1ª de Corintios 10:31). Por otro lado, no debemos convertir el trabajo en el centro de nuestra vida (ver Eclesiastés 2:1-11). Recuerda que el amor al dinero es la raíz de todos los males (1Ti. 6:10).

Nota de EGW: “Recordemos que aun cuando el trabajo que nos toque hacer no sea tal vez el de nuestra elección, debemos aceptarlo como escogido por Dios para nosotros. Gústenos o no, hemos de cumplir el deber que más a mano tenemos. “Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas, porque en el Seol [sepulcro], adonde vas, no hay obra, ni trabajo ni ciencia ni sabiduría”. Eclesiastés 9:10” (El colportor evangélico, pg. 190).
Nota de EGW: “Lo que debéis entender es la verdadera fuerza de la voluntad. Esta es el poder gobernante en la naturaleza del hombre, la facultad de decidir o escoger. Todo depende de la correcta acción de la voluntad. Dios dio a los hombres el poder de elegir; a ellos les toca ejercerlo. No podéis cambiar vuestro corazón, ni dar por vosotros mismos sus afectos a Dios; pero podéis escoger servirle. Podéis darle vuestra voluntad, para que Él obre en vosotros tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De ese modo vuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, vuestros afectos se concentrarán en Él y vuestros pensamientos se pondrán en armonía con Él” (El camino a Cristo, pg. 47).

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