Esdras y Nehemías – Un pueblo reincidente

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Versículo para memorizar. Nehemías 13:22 3:11. “Y dije a los levitas que se purificasen y viniesen a guardar las puertas, para
santificar el día del reposo. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia”.

Después de ser gobernador durante doce años, Nehemías volvió junto al rey Artajerjes. Algunos años después, regresó a Jerusalén. Se encontró con que el pueblo se había olvidado rápidamente del pacto que habían firmado: no casarse con extranjeros; no profanar el sábado; y ayudar al sostenimiento del templo (Nehemías 10:28-39). Nehemías 13 relata la forma en que Nehemías hizo frente a esta crisis.

LOS DIRIGENTES DEL TEMPLO SE CORROMPEN

“Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas” (Nehemías 13:23).

Nehemías reaccionó duramente contra los que habían tomado mujeres extranjeras no convertidas (v. 23-25). Les recordó que eso era lo que había hecho pecar a Salomón, y que ellos debían evitar este error que les apartaba de Dios (v. 26-27). El dirigente espiritual de la nación, el sumo sacerdote Eliasib, participaba también de ese pecado. Uno de sus familiares había emparentado con Tobías el amonita (v. 4), y uno de sus nietos se había casado con la hija de Sanbalat, el samaritano (el cual fue expulsado de Jerusalén, v. 28).

LOS LEVITAS EN LOS CAMPOS

“Encontré asimismo que las porciones para los levitas no les habían sido dadas, y que los levitas y cantores que hacían el servicio habían huido cada uno a su heredad” (Nehemías 13:10).

Eliasib había desalojado la cámara donde se guardaban los diezmos, las ofrendas, el incienso y otros utensilios del Templo, y la había amueblado para que fuese usada por Tobías el amonita. El pueblo, desanimado por ello, dejó de entregar los diezmos. Como resultado, los levitas tuvieron que regresar a sus hogares. El culto del Templo quedó gravemente dañado. Nehemías rehabilitó la cámara y puso al cargo de los diezmos a personas fieles y dignas de confianza. El pueblo volvió a traer alegremente los diezmos. Así, el servicio de culto quedó restablecido.

DIEZMOS Y OFRENDAS

“Traed vuestro diezmo al tesoro del templo y así habrá alimentos en mi casa. Ponedme en eso a prueba, a ver si no os abro las ventanas del cielo para vaciar sobre vosotros la más rica bendición” (Malaquías 3:10 DHHe).

¿Por qué devolvemos a Dios el diezmo? Lo devolvemos porque Dios es nuestro Creador y lo reconocemos como tal. Damos en gratitud por lo que él ha hecho: nos creó, nos sostiene, nos cuida, murió por nosotros y continúa recreándonos. ¿Qué conseguimos con nuestros diezmos y ofrendas?

• Que la Palabra de Dios siga predicándose en todo el mundo.
• Que podamos continuar alabando a Dios en nuestras iglesias.
• Que crezca nuestra fe y nuestra confianza en Dios.

PISANDO EN LAGARES EN SÁBADO

“En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en el día de sábado, y que acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de carga, y la traían a Jerusalén en día de sábado; y los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones” (Nehemías 13:15).

Cuando el pueblo había recordado su historia, habían realzado la idea de que Dios les había dado el sábado como una bendición (Nehemías 9:14). En ese momento, se habían comprometido a no profanarlo (Nehemías 10:31). Ahora, los dirigentes consentían que se hiciese mercado en sábado. Nehemías cerró la ciudad en sábado para evitar que se hiciese mercado en ese día. Pero el mercado siguió haciéndose a las afueras de la ciudad. Tras ser amenazados, no volvieron a hacerlo.

¿NO HICIERON ASÍ VUESTROS PADRES?

“Si retrajeres a causa del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia; y al día santo de Jehová, honorable; y lo honrares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu negocio, ni hablando de él, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré con la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:13-14).

El sábado es un día apartado para deleitarnos en Dios, olvidando nuestras preocupaciones. Un día para alabar y honrar a Aquel que nos creó y nos da la vida. Un día para recordar que murió en la cruz para perdonar nuestros pecados y darnos salvación. Desgraciadamente, los fariseos se aferraron tanto a la letra de la ley que hicieron del sábado una carga en lugar de una delicia. Al celebrar alegremente el sábado nuestra reunión con Dios, anticipamos los muchos sábados en que nos reuniremos con Él en la Nueva Jerusalén (Isaías 66:23).

Nota de EGW: “Dios está constantemente derramando sobre vosotros las bendiciones de esta vida; y si os pide que ayudéis en los diversos ramos de su obra, lo hace en vuestro propio interés temporal y espiritual, para que así reconozcáis que Dios es el dador de toda bendición. Dios, como Obrero principal colabora con los hombres en la tarea de proporcionar los medios necesarios para su mantenimiento; por eso requiere que ellos colaboren con él en la salvación de las almas” (Consejos sobre mayordomía cristiana, pg. 51).
“Y el Señor dice: “Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; … entonces te deleitarás en Jehová.” A todos los que reciban el sábado como señal del poder creador y redentor de Cristo, les resultará una delicia. Viendo a Cristo en él, se deleitan en él. El sábado les indica las obras de la creación como evidencia de su gran poder redentor. Al par que recuerda la perdida paz del Edén, habla de la paz restaurada por el Salvador”. (El Deseado de todas las gentes, pg. 255).

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