Daniel – Del norte y el sur a la tierra hermosa

Versículo para memorizar. Daniel 11:35. “También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo”.

Entre el primer año de Belsasar y el tercer año de Ciro, Daniel recibió tres grandes visiones. Cada visión da más detalles que la anterior, y muestra la experiencia del pueblo de Dios en cada momento de la historia.

PROFECÍAS SOBRE PERSIA Y GRECIA

“Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia” (Daniel 11:2).

Después de mostrar a Daniel cómo Dios estaba interviniendo directamente en ese momento histórico (10:13, 20; 11:1), Gabriel comienza a explicarle lo que habría de acontecer después. Los tres reyes persas que siguieron a Ciro fueron Cambises, Esmerdis y Darío. El cuarto, Jerjes (el rey Asuero del libro de Esdras y Esther). Darío intentó invadir Grecia, pero fue derrotado en Maratón. Jerjes consiguió llegar a Atenas, aunque finalmente fue también derrotado. La forma en que estos reyes es presentada nos recuerda a las profecías de Amós, donde Dios perdona tres pecados de un reino, pero éste queda sentenciado por un cuarto pecado.

“Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran poder y hará su voluntad” (Daniel 11:3).

El ataque de Jerjes obligó a los estados helénicos a unificarse para hacerle frente. A partir de ese momento, Grecia comenzó a ser una nación fuerte que, 150 años después, acabaría con Persia. Filipo de Macedonia unificó en un solo imperio Grecia y Macedonia. Su hijo, Alejandro Magno, se lanzó a la conquista de Persia en 334 a.C. A su muerte, en 323 a.C., ya había conquistado todo el imperio persa. Su imperio fue dividido en cuatro grandes reinos: el Imperio seléucida, el Egipto Ptolemaico, el Reino grecobactriano (Casandro) y el Reino indogriego (Lisímaco). Todo esto fue predicho por Dios con siglos de antelación. Él está al control de la historia.

LAS PROFECÍAS SOBRE SIRIA Y EGIPTO

“En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán” (Daniel 11:14).

El rey del norte y el rey del sur representan a los distintos reyes y reinos que se sucederían en la historia hasta el tiempo del fin. Por lo tanto, su identidad varía según se desarrollan los acontecimientos. Inicialmente, el rey del sur identifica a la dinastía de reyes ptolomeos (Egipto), y el rey del norte a la dinastía de reyes seléucidas (Siria). En medio del territorio de estos dos reyes está Palestina, sede del pueblo de Dios. El intento de helenización de Israel por parte de Antíoco IV Epífanes provocó la rebelión de los macabeos, y el tratado de ayuda mutua entre Israel y Roma.

ROMA Y EL PRÍNCIPE DEL PACTO

“Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos, junto con el príncipe del pacto” (Daniel 11:22).

Se hace referencia a varios momentos del imperio romano relacionados con Jesús:

• “uno que hará pasar un cobrador de tributos” (v. 20). Augusto César, cuyo censo motivó el desplazamiento de José a Belén.
• “un hombre despreciable” (v. 21). Tiberio, bajo cuyo reinado fue crucificado Jesús.
• “serán del todo destruidos, junto con el príncipe del pacto” (v. 22). En el año 70 d.C. Israel deja de existir como nación.

Daniel 11:27-28 representa el auge de la iglesia a partir de Constantino. Pero la transición del poder de la Roma pagana a la papal no llegaría hasta 538 d.C. “porque el plazo aún no habrá llegado”.

LA POTENCIA SIGUIENTE

“Al tiempo señalado volverá al sur; mas no será la postrera venida como la primera” (Daniel 11:29).

El rey del norte cambia su naturaleza, representando a un poder político-religioso: el “cuerno pequeño” que quiere ocupar el lugar de Dios (11:36; 7:25; 8:12). La profanación del santuario, el continuo quitado y la abominación desoladora (11:31; 8:11) se cumplen, además de en la actividad de Roma imperial, en el ataque al Santuario Celestial de la Roma papal (Mateo 24:3, 15; Lucas 21:7, 20). El ataque contra el pueblo de Dios “hasta el tiempo determinado” (v. 35) corresponde a la persecución de 3 ½ años, entre 538 y 1798. Algunos fieles murieron (v. 33), otros fueron ayudados y prosperaron (v. 34).

Nota de EGW: “En los días aciagos, cuando todo parece conjurarse contra nosotros, tengamos fe en Dios, quien lleva adelante sus designios y hace bien todas las cosas en favor de su pueblo. La fuerza de los que le aman y le sirven será renovada día tras día” (El ministerio de curación, pg. 382).

LOS ACONTECIMIENTOS FINALES

“Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos” (Daniel 11:44).

El tiempo del fin (v. 40 BJ) comienza en 1798, cuando Francia ataca al papado, despojándolo temporalmente de su poder político. En Apocalipsis 11:8, Francia es identificada con Egipto, un poder ateo. Una vez que su herida es restaurada (Ap. 12:17; 13:3), el rey del norte ataca al remanente, identificado como la “tierra gloriosa” (v. 41), Sión (Ap. 14:1). Durante la predicación del triple mensaje (Ap. 14:6-12), muchos se unirán al pueblo remanente (Edom, Moab, Amón, v. 41). En los últimos momentos, se aliará con sus enemigos en una triple alianza (v. 43; Ap. 16:13). Cuando junte a mucha gente (mares) para atacar al remanente, será al fin destruido por la Segunda Venida de Jesús (v. 45; Ap. 16:15-21).

Nota de EGW: “Se ha cumplido todo lo que Dios ha especificado en la historia profética, y se cumplirá todo lo que aún deba cumplirse. Daniel, el profeta de Dios, permanece firme en su lugar. Juan también lo está. En el Apocalipsis, el León de la tribu de Judá ha abierto el libro de Daniel a los estudiosos de la profecía, y así es como Daniel permanece firme en su sitio. Da su testimonio, el cual le fue revelado por Dios por medio de visiones de los grandes y solemnes acontecimientos que debemos reconocer en este momento cuando estamos en el mismo umbral de su cumplimiento” (Mensajes selectos, tomo 2, pg. 124).