Apocalipsis – Las siete últimas plagas

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Versículo para memorizar. Apocalipsis 15:4. “¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues solo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado”.

Como un eco de la voz del salmista, Apocalipsis 15 muestra a aquellos que se mantendrán en pie cuando los juicios de Dios se derramen sobre la tierra impenitente, y el Señor venga para salvar a su pueblo (Apocalipsis 16).

EL SIGNIFICADO DE LAS SIETE ÚLTIMAS PLAGAS

“Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios” (Apocalipsis 15:2).

Cada habitante de nuestro planeta ha tenido la oportunidad de decidirse por adorar a Dios o a la bestia. Juan ve victoriosos a aquellos que se han decidido por Dios. Pero todavía no ha llegado el momento de que reciban su recompensa. La escena cambia, y la atención de Juan se desvía hacia el cielo (v. 5). Allí, el tabernáculo se llena de humo (Éx. 40:34-35; 1R. 8:10-11). La función mediadora realizada en el santuario celestial ha terminado. El tiempo de gracia ha finalizado. Tal como había anunciado el mensaje del tercer ángel, ha llegado la hora de que cada uno afronte las consecuencias de su decisión.

EL DERRAMAMIENTO DE LAS ÚLTIMAS PLAGAS

“Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios” (Apocalipsis 16:1).

Al igual que las plagas que fueron derramadas sobre Egipto, éstas dejan al descubierto el endurecido corazón de los que han decidido adorar a la bestia (v. 2 y 9), y la impotencia del diablo para proteger a sus adoradores (v. 10-11). Tras las devastadoras consecuencias de las primeras cuatro plagas, el mundo se vuelve hacia la bestia en busca de ayuda. Pero ésta es impotente para ayudar (su trono se llena, simbólicamente, de tinieblas). No obstante, la humanidad se niega a aceptar sus errores y solo se vuelven a Dios para blasfemar de Él.

EL RÍO ÉUFRATES SE SECA

“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente” (Apocalipsis 16:12).

La sexta plaga comienza con la caída de Babilonia (que se le mostrará a Juan con más detalle en los siguientes capítulos). El secamiento literal del Éufrates fue lo que propició la caída de la antigua Babilonia en manos de Ciro. Ante la imposibilidad del papado por ayudar a la humanidad, ésta se vuelve hacia el protestantismo apóstata. Finalmente, ambos pierden el apoyo mundial y queda preparado el camino para que Jesús venga a tomar posesión de lo que es suyo (v. 15). Pero el diablo no se resigna a perder su dominio y prepara un último y desesperado ataque.

EL ÚLTIMO GRAN ENGAÑO DE SATANÁS

“Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas” (Apocalipsis 16:13).

Como una falsificación del triple mensaje angelical de Apocalipsis 14, el espiritismo (el dragón), el papado (la bestia) y el protestantismo apóstata (el falso profeta) envían al mundo su propio triple mensaje. Como en ese momento Dios ya habrá retirado su Espíritu Santo, los hombres serán fácilmente engañados por las señales y milagros realizados, y volverán a ponerse del lado de estos poderes mundiales (ver 1ª de Tesalonicenses 2:11-12). El fin es inminente: “He aquí, yo vengo como ladrón” (v. 15). Satanás lanza su último ataque.

REUNIDOS PARA LA BATALLA DE ARMAGEDÓN

“Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Apocalipsis 16:16).

En hebreo, Armagedón significa “monte de Meguidó”. No existe ningún lugar llamado así, aunque sí existe una zona en Palestina denominada “Meguidó”. Esa zona era un paso estratégico. Fue el escenario de muchas batallas. Allí murieron tanto reyes apóstatas (Ocozías, 2R. 9:27), como fieles (Josías, 2R. 23:29). Este último ataque de Satanás tiene la intención de destruir a los fieles de Dios que han quedado. Cuando decidimos ser fieles hoy en medio de las tentaciones, nos estamos preparando para permanecer de pie durante esta última batalla. Pero este ataque quedará interrumpido por el derramamiento de la séptima plaga (v. 17-21). Estos sucesos ocurrirán justo antes de “la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).

 Nota de EGW: “Mientras Jesús estuvo interpuesto entre Dios y el pecador, tuvo la gente un freno; pero cuando dejó de estar entre el hombre y el Padre, desapareció el freno y Satanás tuvo completo dominio sobre los finalmente impenitentes. Era imposible que fuesen derramadas las plagas mientras Jesús oficiase en el santuario; pero al terminar su obra allí y cesar su intercesión, nada detiene ya la ira de Dios que cae furiosamente sobre la desamparada cabeza del culpable pecador que descuidó la salvación y aborreció las reprensiones. En aquel terrible momento, después de cesar la mediación de Jesús, a los santos les toca vivir sin intercesor en presencia del Dios santo. Había sido decidido todo caso y numerada cada joya” (Primeros escritos, pg. 280).

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